9 de junio de 2018

Crítica de cine: Algo celosa, de David y Stéphane Foenkinos

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

La comedia francesa actual es ese género que suele prodigarse a menudo por la cartelera hispana, a menudo con el gancho de “xxx millones ya la han visto en Francia” y con fórmulas repetitivas. Omar Sy, lo más; Dany Boon, incombustible. Antaño, Louis de Funes, pero los tiempos cambian (y de todos modos De Funes me hacía cero gracia). Hoy en día la comedia francesa es un producto que se produce como churros y para todos los públicos, pocas veces es mordaz y muchas menos, memorable. De consumo rápido, se ve y se olvida con la facilidad con lo que se siguen estrenando: enseguida. Por ello, puede provocar cierta pereza cuando se llega una nueva muestra de este género en sí mismo, pero también se genera una sensación de “bueno, al menos me entretendré”; quizá por ello abunda tanto. Como muestra del estado de salud del cine galo, es envidiable, ojalá por aquí hiciéramos más comedias y con la facilidad con la que guionistas, directores y actores franceses parecen hacerlo, que quizá no es tanto. Industria, dicen... quizá sea eso. Sea como fuere, Algo celosa es una de las muestras más recientes de lo estirada y adocenada que está la comedia francesa. Y, como suele pasar, funciona y la olvidas casi al mismo tiempo.

Escrita y dirigida por David y Stéphane Foenkinos –que en 2012 ya nos ofrecieron La delicadeza, con Audrey Tautou al frente–, esta película parte de un planteamiento muy simple: Nathalie Pécheux (Karin Viard) es alguien que no puede evitar sentir celos de todos los que le rodean y reaccionar con un pescozón al estado de ánimo de familiares, amigos y conocidos. Que mi hija cumple años y está muy enamorada de su novio, ñeeeec, le digo una pulla para bajarle los humos; que mi ex marido y su nueva novia se van de viaje a las Maldivas, ñeeeec, hago lo que sea para cancelar la reserva; que me presentan a un hombre al que parece que le hago tilín, ñeeeec, frustro la cita; que mi mejor amiga me comenta no sé qué, ñeeeec, hago un comentario despectivo sobre su hija; que llega una profesora nueva y más joven al liceo en elq ue doy clases y siento que me quita protagonismo, ñeeeec, le suelto unos cuantos mocos. Y así durante los cien minutos que dura el filme: una sucesión de desplantes por parte de una mujer madura, amargada, cínica, celosa... y sola. 

Se dirá “pues vaya, me vendes bien la película...”, pero lo cierto es que la película tiene ritmo a pesar de su escasa altura narrativa, una actriz protagonista (Viard) con una vis cómica que se nutre de la naturalidad y sin hacer aspavientos (y que, a pesar de todo, te cae bien... y no sabes por qué; mejor no tener alguien así cerca, por si acaso), y una sucesión de situaciones cotidianas muy creíbles que perfectamente podrían pasarnos a nosotros mismos. Sin hacer ningún tipo de (odiosa) comparación, Algo celosa funciona porque es sencilla y natural como la vida misma, en la que los celos y las envidias cotidianas están a la orden del día, y que si se encadenan uno detrás de otros acaban por provocar que acabemos hasta los mismísimos del personaje que los genera. Y algo parecido le pasa a Nathalie, que deberá pasar por su particular redención para recuperar el amor y el respeto de todos aquellos a los que ha hecho un feo a causa de sus rocecillos tontos (no tan tontos si al final te están jorobando la vida, oyes). Y es que ofenderse por todo sin motivo y ofender a todo el mundo con razón pasa factura. Que le eches la culpa de esos celillos a la crisis de los cincuenta (¿es la tesis de fondo los guionistas?) ya puede ser más peliagudo; por si acaso, búscate otra excusa. 


Algo celosa no es una película que recordarás la semana que viene, pero viene bien para esa tarde-noche que no sabes que hacer y, mira por dónde, te has plantado delante de un cine tras dar vueltas sin ton ni son. Le ves las costuras de lejos, pero no importa, pues los personajes son eficaces y el guion fluye con gracia, a pesar de sus limitaciones. Es agradable, no le falta frescura, en ocasiones se pone algo amarga (como el personaje) y otras tantas te provoca alguna carcajada (abundan más las sonrisas discretas). Ofrece ni más ni menos lo que promete y cumple con ello, sin más. Felicidades, pues. Como tantas comedias francesas actuales...