4 de septiembre de 2015

Crítica de cine: Operación U.N.C.L.E., de Guy Ritchie

Los que ya peinan canas recordarán la serie The Man from U.N.C.L.E. (NBC, 1964-1968) —acrónimo de United Network Command for Law and Enforcement— y que por nuestros lares hispanos se tradujo como El agente de C.I.P.O.L. (siglas de Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley), una agencia secreta internacional que hacía frente a una organización (también secreta y también internacional ) llamada T.H.R.U.S.H otro acrónimo —que a su vez significaba Technological Hierarchy for the Removal of Undesirables and the Subjugation of Humanity—; vamos, como los S.H.I.E.L.D. e Hydra de los cómics (y películas y series) de la Marvel pero en clave de años sesenta y Guerra Fría. En aquella serie, dos agentes, uno estadounidense, Napoleón Solo (Robert Vaughn), y otro soviético, Ilya Kuryakin, unían esfuerzos para hacer frente a la amenaza terrorista internacional. Ian Fleming, creador de James Bond, estuvo entre quienes participaron en la concepción de la serie, pero su prematura muerte le impidió continuar en ella. Tras la crisis de los misiles de Cuba (1962), la amenaza de que bombas atómicas cayeran en malas manos (si es que no estaban ya) propició la serie de NBC (con que en cierto modo tenía un halo a lo James Bond (que también tiene su organización enemiga con acrónimo: SPECTRE), del mismo modo que las películas de este personaje tuvieron su cara B (más paródica) en Flint, agente secreto, que inició una particular franquicia protagonizada por James Coburn (y, que, a su vez, prefigura la serie Austin Powers a finales de los años 90 del siglo XX y los primeros del XXI); en clave hispana tenemos el cómic Anacleto, agente secreto, creador Manuel Vázquez para Bruguera (y de la que se acaba de estrenar su particular adaptación cinematográfica). Hay que ver, se podría decir, el juego que han dado los espías en escala internacional y las derivaciones. Y qué cool eran los años sesenta, a pesar de la amenaza atómica. Claro, en cultura popular pasamos de los beatniks a los hippies, pero también a los cócteles, la minifalda, los elegantes trajes masculinos, las fiestas exclusivas, el glamour del cine, los coches de marca... y la idea de que ya que el mundo puede irse a pique en cualquier momento, pues pasémoslo bien.

Operación U.N.C.L.E. es un remake cinematográfico de la serie televisiva, aunque de hecho es una precuela: cómo se conocen y colaboran (a su pesar) los espías Solo y Kuryakin, esta vez en la piel de Henry Cavill y Armie Hammer. Estamos ante un proyecto de Guy Ritchie, que aporta su peculiar manera de entender lo retro tras sus dos películas sobre Sherlock Holmes (2009 y 2011). Y podríamos decir, de entrada, que su elección como director ha sido todo un acierto, pues dota al filme de algo que le viene bien: socarronería. Recordaremos a Robert Downey Jr. como Holmes y Jude Law como el doctor Watson, la complicidad entre ambos y el juego que se traían, con pullas constantes, que de alguna manera podemos encontrar en Solo y Kuryakin. De otra manera, claro está, y quizá con mejor fortuna que esos dos Sherlock Holmes cinematográficos, que parecen haberse quedado caducos tras el Sherlock de la BBC (y eso que son productos que surgen en un proceso casi paralelo). Para ponernos en antecedentes, Solo y Kuryakin son ases para sus respectivas agencias (CIA y KGB) y se enfrentan en la primera secuencia de la película (magnífica), en el Berlín en el que se acaba de construir el Muro. Ante la eventualidad de que una bomba atómica caiga en en manos de una organización de antiguos nazis y fascistas italianos (la familia Vinciguerra). Se unen esfuerzos (aunque la desconfianza entre ambos agentes es constante) y con ellos colabora la joven Gaby Teller (Alicia Vikander), cuyo padre puede haber colaborado (de grado o por la fuerza) con los terroristas. Lo demás ya lo podemos suponer...

La trama de la nueva película de Ritchie tiene mucho eco de los filmes de James Bond, especialmente a aquellos con Roger Moore como protagonista, por su sentido del humor; incluso alguna secuencia recuerda a sus películas (particularmente no paraba de pensar en las escenas de Bond en la finca de Zorin y las cuadras de caballos en Panorama para matar, cuando veía la secuencia de la fiesta de los Vinciguerra). Se explota el elemento humorístico, sin pasarse de rosca, al tiempo que las secuencias de acción están muy bien rodadas y que, por mucho que hayamos visto escenas similares en tantas y tantas películas, funcionan pero que muy bien. El argumento, inevitable pero lógicamente, deviene una rutinaria sucesión de enfrentamientos, complicidades, engaños y resoluciones que, además, juegan con el espectador y su capacidad para "retener" todo lo que se ve en pantalla. Rutinario, sí, como suele suceder en películas de este género, pero no rutinario: el ritmo no decae, el pulso narrativo es sólido y Ritchie (y los actores) parece que se lo pasan bien... y nosotros los espectadores pues también. Todo es fresco y glamuroso, el personaje de Gaby no es un mero relleno (la chica Bond, que se diría en las películas de este personaje), el villano de turno es sobre todo una mujer (Elizabeth Debicki como Victoria Vinciguerra) y el actor británico Hugh Grant aporta un (también) divertido rol a todo este producto. Un producto que resulta muy entretenido, que tiene ese aroma a James Bond que no dejamos de mencionar (de hecho, Ritchie consigue dos Bonds por el precio de uno) y que se completa con una estupenda banda sonora, tanto en el score cinematográfico como en una sugerente selección de canciones (de Roberta Flack a Nina Simone). 

En definitiva, Operación U.N.C.L.E. es una estupenda apuesta veraniega (que acaba siendo algo más) que terminas con una pregunta en mente: productores de las últimas películas de James Bond, ¿a qué esperáis para fichar a Guy Ritchie para dirigir la siguiente entrega, ahora que Sam Mendes ha confirmado que Spectre (2015) será la última película de la saga que dirigirá? Sería interesante, tras la gravitas del Bond que encarna Daniel Craig, ver a otro que recuerde más al Flint de James Coburn. A fin de cuentas, Guy Ritchie entiende como pocos (caso aparte de Matthew Vaughn con Kingsman [2015]) esa noción de que lo británico sea cool...

PS: Un último comentario: haced lo que queráis, pero os recomiendo especialmente que veáis esta película en V.O. subtitulada. Además de que la variedad idiomática tiene su qué en esta película (como en Malditos bastardos de Tarantino), hay que destacar los diversos acentos en el inglés: suavemente americano para Cavill, fuertemente ruso para Hammer, peculiarmente europeo para Vikander y  elegantemente británico para Grant.

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