4 de noviembre de 2016

Crítica de cine: Sully, de Clint Eastwood

Un gélido 15 de enero de 2009, un día normal en Estados Unidos (a apenas una semana del inicio del primer mandato presidencial de Barack Obama), un suceso maravilló a la población de Nueva York, el país, el mundo. Un avión comercial de la compañía America Airlines, el vuelo 1649, amerizó en las frías aguas del río Hudson, apenas iniciado su vuelo, unos minutos antes, desde el neoyorquino aeropuerto LaGuardia. A bordo, entre tripulació0n y pasajeros, iban 155 personas y, a pesar de los temores de una catástrofe aérea, no hubo víctimas mortales. En apenas 24 minutos desde el amerizaje todos fueron rescatados. Fue un hecho inaudito, "el milagro del Hudson", como enseguida los medios lo bautizaron. Y en toda hazaña hay un héroe: el comandante Chesley Sullenberger, "Sully" para todo el mundo (Tom Hanks). A su lado estaba el copiloto Jeff Skiles (Aaron Eckhart). Sully había tomado los mandos del avión tras producirse la incidencia que marcó el suceso: una bandada de pájaros se estrelló contra el avión y varios de ellos inutilizaron los dos motores, lo cual obligaba a regresar a LaGuardia, buscar un aeropuerto cercano o probar un aterrizaje de emergencia. Sully, tras los lógicos momentos iniciales de desconcierto, se decidió por al última opción en la improvisada "pista" de las aguas del Hudson (recordemos que era enero y con una sensación térmica de varios grados bajo cero). Esa decisión logró salvar la situación, pero también generó dudas en las autoridades del país encargadas de la seguridad aérea (básicamente, la Junta de Seguridad del Transporte Aéreo (NTSB, por sus siglas en inglés). A pesar de haber salvado las vidas de todos los ocupantes del avión, ¿estuvo equivocado Sully? ¿Tomó una decisión que puso en juego esas vidas humanas? ¿No era acaso más factible el aterrizaje de emergencia en LaGuardia u otro cercano, una vez se dio la vuelta? En última instancia, Sully, el "héroe", ¿pudo ser lo contrario?

Canciones para el nuevo día (2075/1304): "Best Day Of My Life"

American Authors - Best Day of my Life

Disco: Oh, What a Life (2014)

3 de noviembre de 2016

Reseña de El mundo en la Antigüedad tardía. De Marco Aurelio a Mahoma, de Peter Brown

«Estoy convencido de que la tierra es muy grande, y que nosotros sólo habitamos la parte que se extiende desde Fáside hasta las columnas de Heracles, derramados a orillas de la mar como hormigas o como ranas alrededor de charca».
Platón, Fedón, 109 a-b.
El mundo antiguo se formó alrededor de un mar. El mundo antiguo mediterráneo, claro está (ay, esa visión eurocéntrica que tenemos). Este mundo conoció una unidad cuando los romanos controlaron las riberas de este mar casi cerrado. Mare Nostrum, que decían los clásicos. Mare clausus, que dirían los foráneos. Porque la civilización pareció que sólo podía existir alrededor de esa charca, de tal modo que apenas cien kilómetros tierra adentro uno ya podía considerar que no estaba en terreno civilizado. Mar rodeado de montañas, escarpados acantilados, condenado a la inanición si no fuera, paradójicamente, por las llanuras del interior, ese vasto hinterland que alimentaba con su grano a los habitantes de la costa. Un mundo en el que era más económico transportar productos de punta a punta de la «charca de ranas» que a cincuenta o setenta kilómetros tierra adentro. Las principales ciudades del vasto imperio romano estaban en la costa. Pasarían siglos, muchos siglos, para que, en el interior, del frío norte, se desarrollaran los centros modernos que prefiguraron la Europa moderna. Pero para entonces el mundo forjado durante milenios en las riberas de la Gran Charca había pasado a mejor vida. Cambio y continuidad. El mundo en la Antigüedad tardía. De Marco Aurelio a Mahoma, de Peter Brown (Taurus, 1989) nos habla de ello. De cambios y continuidades. De cómo el mundo conocido tuvo que afrontar transformaciones a lo largo de varios siglos, pongamos en un lapso de tiempo que va del 200 al 700. Las sociedades que vivieron los años del apogeo del imperio romano tuvieron que enfrentarse a la larga crisis tras la cual la unidad del mar Mediterráneo se trocó en diversidad y la continuidad se disfrazó de ruptura. Henri Perenne ya nos habló de ello en Mahoma y Carlomagno (Alianza), su gran obra clásica, en la que relacionaba el triunfo del Islam con la destrucción de la unidad impuesta por el mundo romano. Peter Brown también introduce el elemento islámico como transición, pero en la etapa final de un gran proceso que se inició, poco a poco, varios siglos atrás.

Canciones para el nuevo día (2074/1303): "Little Talks"

Of Monsters and Men - Little Talks

Disco: My Head Is an Animal (2011)



2 de noviembre de 2016

Reseña de Viajar por el antiguo Egipto, de Jean-Claude Golvin y Aude Gros de Beler

Viajar a Egipto hoy en día (si la situación política del país lo permite) es fácil, como lo es recorrer el Nilo desde la frontera con Sudán y hasta la desembocadura en el Mediterráneo. Son muchas las crónicas y libros de viajes que relatan el periplo a través del Nilo y las portentosas ruinas de tantos y tantos edificios de los tiempos faraónicos. El lector también puede hacerlo y sentir la esencia de ese viaje a través del papel, o de lo que unas ilustraciones pueden evocar en nuestra imaginación. Jean-Claude Golvin, que tanto nos hizo disfrutar hace unos meses con su espléndido libro Ciudades del mundo antiguo (Desperta Ferro Ediciones, 2015), se une en esta ocasión a la egiptóloga Aude Gros de Beler para “trasladarnos” al Egipto de los faraones con un volumen que logra superar al anterior. Pues si Ciudades podía adolecer (lógicamente) de una cierta dispersión geográfica, Viaje por el Egipto antiguo (Desperta Ferro Ediciones, 2016) se ayuda de un criterio muy sólido: qué mejor que el curso del Nilo, desde Abu Simbel y hasta Alejandría, como hilo conductor de este periplo. Un hilo narrativo, pues, geográfico, que a su vez trasciende la cronología, pues a tenor de las diversísimas etapas de la civilización egipcia (incluidas las etapas helenística y romana) sería bastante complicado estructurar el libro de una manera “lineal” sin tener que volver una y otra vez a yacimientos y ciudades que vivieron diversos períodos históricos.

Canciones para el nuevo día (2073/1302): "Take Your Mama"

Scissor Sisters - Take Your Mama

Disco: Scissor Sisters (2004)

 

30 de octubre de 2016

Crítica de cine: Que Dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen

Madrid, agosto de 2011. Benedicto XVI visita la ciudad en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud y con él cientos de miles de católicos llenan la capital de España, mientras sus habitantes (y el resto del país) soportan un calor especialmente intenso aquel verano. A la canícula veraniega hay que añadir el calor de los recientes acontecimientos que, con un epicentro en la Plaza del Sol, fue avivado por el movimiento de los llamados “indignados” y cuyas llamas se extendieron por todo el país, siendo el caldo de cultivo de una protesta ciudadana y la base (no única) que llevará, en los años siguientes, a la formación de un partido nuevo, Podemos. Dos inspectores de policía, de homicidios en particular, Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) tienen su particular preocupación: atrapar a un asesino en serio que, en esos días, se ha dedicado a atacar y matar a mujeres ancianas en el centro de Madrid. El tiempo apremia, no conviene despertar pánico en una capital “invadida” por los peregrinos católicos ni tampoco azuzar el morbo mediático. Pero Alfaro y Velarde, a su manera, son también dos particulares personajes en los que la violencia, abierta o soterrada, también está muy presente. Y tampoco ellos podrán escapar de un clima de angustia y presión. Y calor, mucho calor.