Quién le iba a decir a Sylvester Stallone, en 1976, que el boxeador Rocky Balboa, personaje de su creación convertido (por encima de John Rambo)
en ídolo de una generación, seguiría teniendo un enorme tirón popular
cuarenta años después… hasta el punto de que una séptima interpretación
del mismo le granjearía un Globo de Oro como mejor
actor de reparto en 2016. Rocky, junto a la icónica secuencia subiendo
los escalones del Museo de Arte de Filadelfia y el tema “Gonna Fly Now”
de Bill Conti, ya son en sí una leyenda para los
nostálgicos del cine de los setenta (y ochenta), así como la historia de
superación de un boxeador desconocido y hecho a sí mismo que consigue
enfundarse el cinturón de campeón del mundo de los pesos pesados (al
final de Rocky 2, 1979) frente a su rival y luego amigo Apollo Creed (Carl Weathers). La saga siguió hasta llegar a Rocky Balboa (2006), con un personaje
maduro pero aún dispuesto a ponerse los guantes y subirse al ring… una
vez más. Seis entregas, pues, que cimentaron la fama de un personaje que
siempre gozó de la simpatía del público. Y, claro, cómo no hacerlo con
este héroe surgido prácticamente del arroyo, educado con un sistema de
valores que prioriza el esfuerzo constante, la camaradería y la familia
por encima de todo. El gran héroe americano…
29 de enero de 2016
28 de enero de 2016
Crítica de cine: La gran apuesta, de Adam McKay
La crisis financiera y económica que estalló
globalmente desde 2007-2008 y cuyas consecuencias aún seguimos sintiendo
(¿de un modo más liviano? ¿Hemos "salido", quizá, de la crisis) ha dado
pie a varias películas y documentales sobre sus orígenes, causas,
evolución... y sobre todo secuelas. Secuelas en la población mundial
"común" y no en quienes, tras décadas de prestidigitación bursátil y
burbuja inmobiliaria, se fueron de rositas. Al final quien ha acabado
pagando el pato no han sido la caterva de especuladores, banqueros y traders diversos, sino, como se concluye en La gran apuesta,
las clases medias y los más pobres (unos perdiendo sus casas y empleos y
otros siendo aún más pobres y marginados). Todo eso lo sabemos: lo
hemos sentido de cerca, consecuencias de una crisis que comenzó en
Estados Unidos y se extendió por gran parte del planeta, afectando sobre
todo a las grandes potencias económicas. Con un germen en 2007, lo que
se denomina ya como Gran Recesión estalló en septiembre de 2008 con la
quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers, arrastrado al fango
tras la crisis de las hipotecas sub-prime que hizo pinchar una burbuja
inmobiliaria y dio paso a una crisis financiera, el colapso de empresas
aseguradoras y la caída en picado de muchos valores bursátiles,
generando a su vez más quiebras, despidos y que millones de
estadounidenses perdieran sus casas al no pagar las hipotecas. Entender
lo que sucedió desde agosto de 2007 y especialmente el otoño de 2008 es
algo que poco a poco se puede hacer, pero hacerlo fácilmente
comprensible para el lector o, en este caso, el espectador profano, es,
con todas las simplificaciones que se quiera en unos pocos personajes,
resulta una tarea aún más ardua. Y puede quedar la sensación de que se
ha logrado... en parte.
27 de enero de 2016
Canciones para el nuevo día (1873/1102): "The Hateful Eight (L'Ultima Diligenza di Red Rock)"
Ennio Morricone - The Hateful Eight (L'Ultima Diligenza di Red Rock)
Disco: The Hateful Eight - soundtrack (2016)
26 de enero de 2016
25 de enero de 2016
Crítica de cine: La juventud, de Paolo Sorrentino
Hay en el póster de esta película, una secuencia
ya muy avanzada la misma, que no deja de tener su reverso irónico.
Evocando aquella escena del libro bíblico de Daniel
sobre la púdica Susana, vemos a dos ancianos admirando el cuerpo
desnudo de quien en la cinta es Miss Universo. Hay más sorpresa y
desmemoria que lujuria en la mirada de estos dos hombres ancianos frente
a la exuberante de quien podría ser simplemente etiquetada simplemente
por su belleza física. Quizá también en el título de la película, La juventud,
subyace una ironía más: los protagonistas de la película son dos
ancianos que pasan un tiempo en un balneario en Suiza. Un director de
orquesta y compositor, ya retirado (Michael Caine), que reflexiona sobre
lo que ha significado la vida, sobre lo que ha hecho bien y
especialmente lo que ha hecho mal, y que en ese tramo final de lo que
será la existencia se siente más apático que con ganas de dejar un
legado, por muy inmaterial que éste pueda ser, por otro lado, un
director de cine de éxito (Harvey Keitel) que sigue en danza y ultima,
junto a un equipo de jóvenes guionistas, la que puede ser su última obra
(¿maestra?). El genio musical que lo ha dejado todo tras de sí (y se
niega a volver a llevar la batuta, aunque sea la mismísima reina de
Inglaterra quien se lo pida) y el que se resiste a dejar de crear
historias para el cine, un trabajo más que pueda ser interpretado por su
musa, una actriz también en la ancianidad (Jane Fonda). Ambos, Fred y
Mick, son amigos desde hace muchos años, incluso mantienen una relación
familiar, pues la hija de Fred (Rachel Weisz) está casada con el hijo de
Mick. Ambos "viven" en ese hotel-balneario de lujo en medio de los
Alpes suizos, que recuerda inevitablemente aquel que recreara Thomas
Mann en La montaña mágica (de
hecho, gran parte de las escenas del balneario se han rodado en el Hotel
Schatzalp de Davos, en el que se ubica la novela del aclamado autor
alemán); dejan pasar el tiempo, conviven con familiares y colaboradores
(Lena, la hija de Fred, también pasa un tiempo en el hotel) y se
interrelacionan con una sucesión de personajes a cual más peculiar: la
citada Miss Universo, un actor que prepara un papel que haga que el
público deje de mencionarle siempre un rol de robot que interpretó en
una película de éxito, un orondo sosías de Maradona (pero mucho, mucho,
mucho...), un misterioso matrimonio que apenas abre la boca en el
comedor, un niño que aprende a tocar el violín, un escalador con quien
entablará conversación Lena, etc. Vamos, se dirá, lo que te puedes
encontrar en un balneario de lujo en Suiza...
22 de enero de 2016
Canciones para el nuevo día (1870/1099): "Feel Like Funkin' it Up"
Rebirth Brass Band - Feel Like Funkin' it Up
Disco: Treme: Music From The HBO Original Series, Season 1 - soundtrack (2010)
21 de enero de 2016
20 de enero de 2016
Crítica de cine: Sufragistas, de Sarah Gavron
Esta es una película cuyo solo empeño de realizar
ya es un logro, incluso más allá de su resultado final. Ya de entrada
digo que es una película notable pero no de las que uno acabe
satisfecho, cinematográficamente hablando: si cogemos la película en sí,
como producto, uno se queda algo insatisfecho, con la sensación de que
falta algo o de que el filme no ha acabado de dar todo lo que a priori
prometía. Formalmente es muy convencional en trama y desarrollo, e
incluso deficitaria en algunos aspectos argumentales. A nivel de
interpretación, las actrices están solventes, tanto Carey Mulligan como
Helena Bonham Carter, por destacar a las dos protagonistas (capítulo
aparte estaría una Meryl Streep que apenas aparece unos cinco minutos,
pronuncia un discurso y luce bien en el personaje de Emmeline
Pankhurst... pero apenas nada más); incluso un secundario como Brendan
Gleeson está más que correcto en su rol, pero uno se queda con la idea
de que podía haber aportado algo más. La historia de un grupo de mujeres
sufragistas, reales y ficticias a un mismo tiempo, tiene los
ingredientes necesarios para funcionar en la gran pantalla, y en general
lo hace. Quizá falta pulir el resultado final y darle una mayor
coherencia argumental. No creo que esta película pase a los anales del
cine... o al menos no lo creo que lo haga por sus méritos
cinematográficos. Pero quedará en el imaginario (o debería quedar) por
su valor simbólico. Y ese, en cambio, sí que consigue dotarlo de
suficiente fuerza. Pues la historia de la lucha de las mujeres
británicas (de las mujeres en general) por lograr la igualdad de
derechos civiles y políticos, con el derecho al voto como leitmotiv
esencial, es de aquellas que hay que recordar siempre. Y Sufragistas, en
ese sentido, lo consigue.
19 de enero de 2016
18 de enero de 2016
17 de enero de 2016
Crítica de cine: Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino
A estas alturas de la película, Quentin Trantino
ya no sorprende a nadie: sabemos perfectamente de qué pie calza, cuáles
son sus filias cinematográficas y qué nos va a contar. Puede cambiar la
trama, la puede trasladar a períodos "históricos" distintos, puede
juguetear con los géneros (aunque en realidad siempre hace el mismo: el
suyo), y probablemente el espectador que se siente en una butaca en una
sala de cine espere eso, ni más ni menos; a los seguidores
incondicionales les extasiará, a los que arrugan la nariz y levantan la
ceja con su manera de hacer cine les confirmará sus prejuicios, y a los
que ni una cosa ni la otra (quizá me ubique entre estos), para quienes
cada película de Tarantino es una oportunidad para salmodiarnos y
repetir aquello de "bueno, a ver qué nos cuenta éste ahora", y quizá
maravillarnos (Pulp Fiction, Malditos bastardos), o quizá estomagarnos (Jackie Brown, especialmente Kill Bill, bastante de Django desencadenado),
mientras nos preguntamos en qué quedó la sorpresa de Reservoir dogs.
Pues (remarco el quizá) en que lo que antes sorprendía ahora es un
carrusel que siempre funciona igual, se escucha igual y entretiene más o
menos igual. O no: quizá algo menos. Lo que sí puede quedar claro es
que esos largos metrajes a los que suele acostumbrarnos el amigo Quentin
acaban pasando factura: Los odiosos ocho es un clarísimo ejemplo.
15 de enero de 2016
Crítica de cine: El hijo de Saúl, de László Nemes
Cuántas películas se han hecho sobre el
Holocausto... y cuán diversas. Theodor Adorno dijo que era imposible
"escribir poesía después de Auschwitz" y que la mera posibilidad de
hacerlo ya era un "acto de barbarie". No podía haber belleza tras aquel
horror. Pero la palabra no ha dejado de fluir más de setenta años
después de que dejaran de humear los hornos de este campo de
concentración y exterminio. El cine ha nutrido al espectador con
incontables imágenes, desde esferas muy diferentes y con el empeño de
recrear un horror que el ser humano no quiere imaginar ni puede asumir.
De Claude Lanzmann a Steven Spielberg pasando por Roberto Benigni (tres
aproximaciones muy diferentes), el "horror" ha estado presente en los
recuerdos de los supervivientes, en sus descendientes, en la generación
que no lo conoció pero, tras un tiempo de silencio, comenzó a conocer. Y
surgieron los textos de Primo Levi, de Elie Wiesel, de Jean Améry, de
Liana Millu... Al horror se le puso nombre y palabra, el cine y el
documental le pondría imagen, se conjugarían ambos lenguajes. (Me)
Resulta difícil escribir algo sobre El hijo de Saúl, película dirigida por el director húngaro László Nemes y que parte como gran favorita para (vanitas vanitatis)
los premios Oscars de este año. Una película que marca distancia con el
cine que hasta ahora ha planteado su mirada sobre el Holocausto.... y
quizá nunca sea mejor dicho. La mirada...
14 de enero de 2016
Canciones para el nuevo día (1864/1093): "Don't Go Breaking My Heart"
Elton John & Kiki Dee - Don't Go Breaking My Heart
Disco: Don't Go Breaking My Heart (1976) - single
13 de enero de 2016
12 de enero de 2016
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