29 de mayo de 2012

Reseña de La corona de hierba, de Colleen McCullough

«–Roma es nuestro rey, señor Orobazus, aunque la nombremos con una forma femenina y digamos «ella». Los griegos se supeditaban a un ideal, vosotros os subordináis todos a un hombre, vuestro rey, pero los romanos nos subordinamos a Roma y sólo a Roma. Nosotros no doblamos la rodilla ante ningún ser humano, señor Orobazus, del mismo modo que no nos doblegamos ante ningún ideal abstracto. Roma es nuestro dios, nuestro rey, nuestra vida. Y aunque todos los romanos se esfuerzan por acrecentar su reputación y ser más grandes ante sus compatriotas, en último extremo todo va dirigido a acrecentar Roma y a la grandeza de Roma. Nosotros, señor Orobazus, adoramos un lugar, no a un hombre. No un ideal. Los hombres pasan por la tierra en un vuelo, y los ideales se esfuman conforme soplan los vientos filosóficos, pero un lugar es eterno mientras los que viven en él lo amen, lo cuiden y lo engrandezcan. Yo, Lucio Cornelio Sila, soy un gran romano, pero al final de mi vida todo lo que haya hecho será para engrandecer el poder y la majestad de donde he nacido: Roma. Hoy estoy aquí, no por cuenta propia, ni por cuenta de otro hombre, sino por cuenta de ¡Roma! Si firmamos un tratado, quedará depositado en el templo de Júpiter Feretrius, el más antiguo de Roma, y allí se conservará sin que sea mío ni siquiera lleve mi nombre. Un legado para la grandeza de Roma.

[…]

–¡Pero un lugar, Lucio Cornelio -adujo Orobazus-, no es más que un conjunto de objetos! Si es una ciudad, es un conjunto de edificaciones; si un santuario, un conjunto de templos; si un paisaje, un conjunto de árboles, rocas y campos. ¿Cómo un lugar puede generar ese sentimiento, esa nobleza? Miráis un conjunto de edificaciones, pues ya sé que Roma es una gran ciudad, ¿y qué es lo que hacéis en consideración a esos edificios?

–Esto es Roma, señor Orobazus –replicó Sila, tendiendo la vara de marfil y tocando el musculoso antebrazo, blanco como la nieve––. Esto es Roma –añadió apartando los pliegues de su toga para mostrar la equis curvada de la silla plegable–. Esto es Roma, señor Orobazus –repitió, extendiendo el brazo izquierdo, cubierto de pliegues de la toga, y tocando la tela y haciendo una pausa para mirar aquellos pares de ojos clavados en él desde abajo–. Yo soy Roma, señor Orobazus, igual que todo aquel que se llame romano. Roma es un cortejo que se remonta a mil años, en tiempos en que un huido de Troya llamado Eneas puso pie en las playas del Lacio, originando una raza que fundó hace seiscientos sesenta y dos años un lugar llamado Roma. Durante un tiempo, esa Roma fue gobernada por reyes, hasta que los romanos repudiaron el concepto de que un hombre pueda ser más poderoso que el lugar que le ha visto nacer. No hay ningún romano más grande que Roma. Roma es el crisol de los grandes hombres. Pero lo que son y lo que hacen es para gloria de ella, son su contribución a ese cortejo que continúa. Y yo os digo, señor Orobazus, que Roma perdurará mientras los romanos la quieran más que a sí mismos, más que a sus hijos y más que a su propia fama y triunfos. –Hizo otra pausa y respiró hondo–. Mientras los romanos quieran más a Roma que a un ideal o a un solo hombre.» (pp. 261-262)

Canciones para el nuevo día (917/145): "De pequeño"

Labuat - De pequeño



Disco: Labuat (2009)

25 de mayo de 2012

Crítica de cine: Los niños salvajes, de Patricia Ferreira


Últimamente el cine español se ha acercado al mundo de los adolescentes. De hecho, en el último año hemos tenido dos interesantes propuestas, Blog de Elena Trapé y Verbo de Eduardo Chapero-Jackson. Y, en cierto modo, Los niños salvajes de Patricia Ferreira podría ser como una película que continúa en la senda de ponernos en la piel de los adolescentes, profundizando aún más en sus miedos, deseos y soledades. Porque los adolescentes (todos lo fuimos, de un modo u otro nos pondremos en su piel), suelen ser seres que viven en soledad sus sentimientos o, por otro lado, con esa otra familia que son los amigos. Incluso una serie como Glee, con toda la capa de frivolidad y de fenómeno viral y posmoderno que se quiera, y con la música como elemento para atraer a su publico potencial, los adolescentes, se acerca, con más o menos realidad, al punto de vista adolescente.

Hay que decir, de entrada, que me temo que la película no se verá, disfrutará (si es posible) o comprenderá mejor en el resto del país que en Cataluña. Pues por la periferia podemos verla en version original en catalán y castellano, y me temo que los matices que supone el cambio de una lengua a otra (dos de los personajes con su familia en una lengua, con sus amigos en otra) no se apreciarán en la version doblada al castellan. Que es curioso también que una directora como Ptricia Ferreira, que no habla el catalán, haya decidido trasladar la acción a una ciudad del cinturón barcelonés, y haya coescrito un guión en catalán. Y es interesante esa diglosia de los personajes, que dominan ambas lenguas, las usan con normalidad y echan por tierra tontadas y mezquindades que se tratan e propagar desde medios que no conocen la realidad catalana. 

Canciones para el nuevo día (916/144): "Speed"

Billy Idol - Speed



Disco: Speed - soundtrack (1994)

23 de mayo de 2012

Bye, bye, Doctor House...

El pasado lunes 21 de mayo terminó House M.D., tras ocho temporadas, las tres últimas, en mi humilde opinión, innecesarias. Pero llegó el final y, sorprendentemente ha sido un buen final. Coherente con el personaje. Holmesiano, y hasta ahí puedo leer. Pero lo interesante ha sido que se cierra dignamente la serie, planteándose incógnitas que no es necesario que se resuelvan, quedando a la imaginación del espectador. Se cierran, pues, ocho años. Ocho años de una serie con una fórmula episódica recurrente, y que a pesar de todo funcionaba: el teaser inicial con el paciente, el caso llega a House y su equipo («»¡Diagnóstico diferencial, gente!»), con la pertinente lluvia de ideas y con House escribiendo en la pizarra; se le practican todo tipo de pruebas, House mientras tanto atiende pacientes contra su voluntad enla consulta clínica (y se cachondea de ellos); se producen errores en el diagnóstico, más tratamientos; el paciente mejora, anteriormente House se metía con Cuddy, su escote o su trasero, ahora con Wilson o Foreman; el paciente empeora, más  pruebas, más diagnósticos, el paciente casi muere; House en más consultas o de chascarrillo con Wilson, y por fin la epifanía de House, la revelación, la resolución del caso. Y así ocho temporadas, con pocas variedades. Pero funcionaba. [Un episodio típico de House.]

Canciones para el nuevo día (914/142): "The Edge of Glory"

Lady Gaga - The Edge of Glory



Disco: Born This Way (2011)

22 de mayo de 2012

Reseña de El primer hombre de Roma, de Colleen McCullough


 Escribir una reseña de las novelas que componen la serie Masters of Rome de Colleen McCullough no me resulta fácil. Y no porque no pueda hacerlo, sino por lo que significan para mí. Dejemos de lado apriorismos y empecemos con una obviedad: son novelas históricas, no historia novelada. Eso de entrada, porque a menudo vemos en la interpretación que hace McCullough de los hechos históricos más de lo que hay. Pero no, son novelas, lo reitero. Mi primera lectura de esta saga fue en febrero o marzo de 1995 en la primera edición en bolsillo que publicó Planeta de las tres primeras novelas. Había comprado los tres títulos que por el momento tenía el lector hispano a su disposición –El primer hombre de Roma, La corona de hierba y Favoritos de la Fortuna– por curiosidad; entonces estaba en segundo de carrera y si guardo buenos recuerdos de aquel curso es porque los libros de McCullough me acompañaron. Puedo ubicar la lectura de cada volumen en algún momento y lugar determinado de aquel curso, y de hecho recuerdo más de esos momentos que de otros de aquel año. 

Canciones para el nuevo día (913/141): "Summertime"

Billy Stewart - Summertime



Disco: Summertime - single (1966)

19 de mayo de 2012

Crítica de cine: Profesor Lazhar, de Philippe Falardeau


El cine canadiense también existe. Y eso que la película parece francesa, pero no, se ambienta en Montreal e incluso estuvo nominada este año a los Oscars como mejor película de habla no inglesa. Y eso que al verla en sus primeras secuencias pensaba eso, que paecía francesa. Igual tenía en la cabeza películas compo El erizo (por la estética) o La clase (2008), por el tema en este caso. Y seguramente pensaremos que, vaya, otra película sobre profesores y alumnos. Pero qué queréis que os diga, me llamó la atencion y me he acercado a una sala de cine; sabiendo de antemano que no, no habrá criajos armando jaleo, aunque a mi lado había un par de chicas que tenían pinta de estudiantes de magisterio.

Bachir Lazhar (Fellagg) llega a un colegio tras el suicidio de una profesora. Temendo trauma para los alumnos, que les perseguirá durante el curso. Lo que no saben es que el nuevo profesor tiene su propio trauma, como a pinceladas se nos cuenta en el primer tramo del filme: asilado político (o en trámites), huyó de una Argelia que sigue sin encontrar la paz que tanto ansía, tras perder a su familia en un incendio con evidencias de haber sido un atentado. Y suple a la profesora muerta, no sin ciertos reparos por parte de todo el mundo. Pero si sospecharan que en realidad la profesora era su fallecida esposa, y que él es tan alumno como los niños a su cargo...

16 de mayo de 2012

¿Te gusta el musical?: Smash


Quizá al decir que sin Glee no habría Smash me lance a la piscina y no haya agua. ¿Una serie sobre un musical en Broadway? ¿Con todos los topicazos sobre el propio género del musical? ¿Y emitida, episodio tras episodio, tras un programa como The Voice, un sucedáneo de Operación Triunfo a la americana (como lo es American Idol para los seguidores de Glee)? Y es que Smash podría definirse como el Glee adulto, en todo lo que comporta la comparación: lo que en Glee es una mirada (en muchas ocasiones) lúcida sobre los miedos, deseos, inquietudes y sueños de los adolescentes, a los que por una vez se trata con cierto respeto y sin mirarlos por encima del hombro (y especialmente sin tratarlos como descerebrados, aunque lo sean), por su parte en Smash es el seguimiento de la creación y estreno de un musical 100% Broadway, con un aliciente especial: la obra se basa en la vida de Marilyn Monroe, de quien en este 2012 se celebra el 50º aniversario de su (misteriosa) muerte. Mientras en Glee un sentido del humor ácido y en ocasiones transgresor (con todo lo que eso significa para acercarse a un público eminentemente juvenil, pues también a veces se autocensuran), en Smash hay un, como mínimo, intento de acercarse con realismo a las ambiciones, las luchas, las miserias (ya de paso) y, por qué no, los sueños de unos artistas que tratan de triunfar en la escena teatral neoyorquina. Lo que en Glee son versiones (covers), ya innumerables, varios por capítulo, de canciones de hoy, ayer y de siempre (y en esto último quizá radique el relativo fracaso en Europa, evidente en España: cómo el espectador español, y joven, va a captar las sutilezas de un personaje como Rachel Berry cantando Don't rain on my parade de Barbra Streisand), en Smash los números musicales son más limitados, apenas uno o dos por episodio (y en ocasiones ni eso); y aunque ha habido una cierta tendencia por hacer destacar a las dos protagonistas, Karen Cartwright (siempre que oigo a Derek gritar su nombre me imagino estar en La Ponderosa), interpretada por Katharine McPhee, y Ivy (Megan Hilty), con covers actuales (especialmente para Karen), en general lo que se ha querido potenciar en Smash son los números musicales de una obra en permanente construcción.

Canciones para el nuevo día (909/137): "Baba O'Riley"

The Who - Baba O'Riley



Disco: Who's Next (1971)

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/4/44/Whosnext.jpg

15 de mayo de 2012

Reseña de El enredo de la bolsa y la vida, de Eduardo Mendoza


Vuelve el loco anónimo, el sabueso circunstancial, el surrealismo por bandera. Eduardo Mendoza nos trae de nuevo al personaje que apareció en El misterio de la cripta embrujada (1979), y que en cierto modo derivaba del inefable Nemesio Cabra Gómez, el confidente policial (y también un loco de atar) de La verdad sobre el caso Savolta (1975), la opera prima de Mendoza. El éxito de aquella novela dio paso a otras andanzas y aventuras del detective anónimo: El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras (2001). Por el medio, Mendoza nos había maravillado con La ciudad de los prodigios (1986), espectacular novela. Ésta y el Savolta son de esas novelas que cada cierto tiempo releo, vuelvo a disfrutar, a empaparme de un estilo tan personal y de unos personajes icónicos: ese Onofre Bouvila merece más de una reseña y desde luego una película mejor que la realizada por Mario Camus en 1999. Y, ¿por qué no?, el protagonista de esta serie de novelas cortas, de lectura adictiva, cómoda y muy rápida, quizá también merecería ser interpretado en la gran pantalla; aunque, estoy convencido, no habrá un actor capaz de reflejar la manera de ser de un antihéroe de ficción tan peculiar.

Canciones para el nuevo día (908/136): "No ha parado de llover"

Maná - No ha parado de llover



Disco: Maná MTV Unplugged (1999)



14 de mayo de 2012

Reseña de La República de Weimar: una democracia inacabada, de Horst Möller

Desde la publicación de La Alemania de Weimar. Promesa y tragedia de Eric D. Weitz (Turner, 2009), el lector hispano habrá notado que la bibliografía sobre el tema ha aumentado por nuestros lares. Al menos, a vuelapluma, puedo citar la reedición de La cultura de Weimar, de Peter Gay, y la publicación del breve libro de César Roa Llamazares, La República de Weimar. Manual para destruir una democracia (Libros de la Catarata, 2010) y del estudio La Constitución de Weimar: texto de la Constitución alemana de 11 de agosto de 1919 a cargo de Walter Jellinek, Ottmar Buhler y Constantino Bormati (Tecnos, 2010). Y posiblemente dicho lector se pregunte por el interés que suscita el régimen republicano surgido en Alemania de la derrota en la Primera Guerra Mundial. ¿Acaso en la situación económica y social actual el recuerdo de la experiencia democrática alemana entre 1919 y 1933 puede servir de lección histórica? ¿O quizá el marco constitucional alemán del período llama la atención por ser también un período histórico sobresaliente, no sólo en cuanto a la historia política alemana, sino también en cuanto a los logros sociales y culturales? Quién sabe, pero sea por el motivo que fuere, Weimar sigue interesando. Y fruto de ello es la publicación en castellano de La República de Weimar: una democracia inacabada, de Horst Möller (Antonio Machado Libros, 2012).