Nota: esta reseña parte de la lectura del original francés, 24 heures de la vie sous Néron (Presses Universitaires de France, 2022).
Aniceto fue un liberto imperial «caído en desgracia»; según Tácito, «confesó» ser amante de Octavia, esposa de Nerón. Por lo que parece, se trató de un acuerdo con el emperador, que necesitaba una excusa para repudiar y deshacerse de su esposa mediante un exilio en Pandataria y su posterior asesinato en el año 62 de nuestra era (Tácito, Anales, XIV, 60-65). El objetivo de Nerón era casarse con Sabina Popea, que fallecería en 65, probablemente por un aborto (y no de una patada en el abdomen, como refiere la leyenda negra del emperador). Aniceto fue escogido con especial atención para representar ese papel de adúltero: antiguo tutor de Nerón y después prefecto de la flota en Miseno, había sido el responsable de hacer «naufragar» el barco en el que viajaba la madre de Nerón, Agripina la Menor, de quien el el princeps quiso deshacerse en 59, pues ansiaba liberarse de su influencia y poder; al fallar el mecanismo para que se hundiera el barco, y tras sobrevivir a nado Agripina, Aniceto se encargó de que unos soldados la asesinasen (Tácito, Anales, XIV, 3-8). Al haberle fallado antes, Nerón consideraba que Aniceto era perfecto para participar en la mascarada respecto a Octavia: el liberto «confesó» el adulterio con ella y Nerón lo «castigó» con un exilio en Cerdeña, «donde llevó un exilio sin pobreza y acabó sus días de muerte natural» (ibid., XIV, 12). Vamos, que a ambos les salía redonda la jugada.
Este es el punto de partida del libro del joven investigador francés Dimitri Tilloi-D'Ambrosi (n. 1990; vid. su currículo) en 24 horas en la Roma de Nerón: una inmersión en la vida cotidiana en la capital del Imperio, que Editorial Crítica publicará después de Reyes: un último «paseo» de Aniceto por la ciudad antes de partir al exilio, hecho que permite al autor desarrollar diversos temas relacionados con esos rasgos bien conocidos del día a día en Roma, a partir de las fuentes escritas conocidas de este período –históricas como Tácito, Suetonio y Dión Casio, epigramas de Marcial, sátiras de Juvenal, la Historia natural de Plinio el Viejo, referencias a otros autores como Horacio–, así como evidencias de la arqueología, la epigrafía y la numismática. Y de una manera muy amena. Objetivo que, anticipamos, se cumple sobradamente.
El volumen, tras un prólogo que nos sitúa en un año, el 62 de nuestra era –fecha en que Tigelino accedió a la (co)prefectura del pretorio, tras la muerte de Afranio Burro, y en que se produjo la condena y muerte de la repudiada emperatriz Octavia, hija de Claudio y prima segunda de Nerón; habrá menciones a diversos momentos del reinado de este princeps, entre 54 y 68–, y que explicita el objetivo del libro –una historia de la Roma en ese año 62 y desde lo cotidiano–, se estructura en seis capítulos, cada uno con un ámbito concreto y matizando, de fondo, tópicos sobre una figura tan denostada como Nerón. Así, por ejemplo, en el primer capítulo se trata el Palatino como centro de gobierno y el entorno inmediato del emperador (las esposas y los libertos), así como algunas pinceladas sobre el ejercicio del poder «universal» desde el palacio imperial, por lo que la panorámica general es Nerón y su inmediato entorno, y el tema de fondo el princeps en su palacio.
Sucesivos capítulos introducen al lector en diversos temas. Roma como capital es una buena excusa también para sobrevalorar la ciudad y sus principales núcleos de poder, así como "pasear» por algunos espacios en los que se mueve la población: tiendas y puestos callejeros, almacenes de grano, la annona y el reparto trigo, el mantenimiento del orden en una ciudad llena de peligros cotidianos (ruidos, incendios, inundaciones); y el tema de fondo es la faceta de Nerón como constructor (la futura Domus Aurea), suministrador de víveres y protector de la Urbe. Un garbeo por la Subura y los bajos fondos de la ciudad permitirá acercarnos a los barrios populares y entender problemas (muy actuales) como la insalubridad, las epidemias, el jaleo de las tabernas y tascas, los antros de juego, la sexualidad y los lupanares; y de fondo se hablará de Nerón como maleante y rufián nocturno, según la leyenda negra.
La religión, siempre presente en Roma es otro de los temas esenciales cuando se asume un libro de estas características, y en ella la figura del emperador que, como pontifex maximus, es garante de la estabilidad religiosa (pax deorum) y de las liturgias y rituales sacrificiales. Una panorámica a la religiosidad romana, de lo oficial a la hechicería y las supersticiones, también nos lleva a otro tema de fondo: la imagen de Nerón como princeps impío por sus crímenes. No puede faltar un acercamiento a lo que envuelve la frase panem et circenses, por lo que no faltan el teatro, las carreras del circo o los espectáculos gladiatorios, en una panorámica que también tiene su tema de fondo: Nerón, artista coronado (y los tópicos sobre su pericia artística y lo cansino que podía ser con una lira en la mano). Los placeres del cuerpo, que llevan de los baños públicos (thermae) a los banquetes, el vino y la alimentación/gastronomía (según estratos sociales) en la Roma del período (y a veces todo en un mismo ámbito), nos conducirán a un último tema: Nerón, ese glotón orgiástico. Un breve epílogo trata sobre el desdichado final de Octavia.
A pesar de lo que pueda parecer, el objetivo del autor galo no es ofrecer sin más otra historia exhaustiva de la vida diaria en el período escogido, en la senda de La vida cotidiana en el apogeo del Imperio romano de Jérôme Carcopino (1939) o El ciudadano romano durante la República de Florence Dupont (1989), dos obras que han tenido traducción en castellano y que menciona el autor en prólogo como referentes (sobre todo Carcopino) sobre la vida cotidiana en la historia de Roma; añadamos el inédito en castellano Rome dans l’Antiquité tardive (312-604 après J.-C-), de Bertrand Lançon (Hachette, 1995). No, el objetivo es más limitado, a modo de «introducción del Imperio romano», una
inmersión en la vida cotidiana de Roma [que] se justifica por la familiaridad que el público parece mantener con este príncipe [Nerón], aunque mal conocido y presentado de modo caricaturesco como un monstruo, especialmente por la cultura contemporánea, del cine al cómic con la serie Murena» (p. 11, traducción propia).
Tampoco se trata de «rehabilitar» la figura de Nerón, pero el autor incide en que se le ha tratado con más matices en las últimas décadas, en estudios y exposiciones, y por ello conviene hacer un retrato menos literal de las fuentes, que le son generalmente contrarias.
De este modo, el autor francés trata temas muy conocidos y en cierto modo hasta reiterativos sobre la vida cotidiana en la antigua Roma, pero lo hace con buen pulso narrativo, incide en numerosos matices sobre la leyenda negra de Nerón que construyeron las fuentes y añade detalles sobre la cultura material que la arqueología ha recogido en los últimos años en la zona del Foro o detrás del actual monumento a Víctor Manuel II (el Vittoriano o la «máquina de escribir»). Lo que leemos sobre alimentación, liturgias religiosas y mal de ojos, placeres, tabernas y antros de mal vivir, prostitución y lupanares, termas y ejercicios físicos, circo y anfiteatros (estos dos últimos de manera más breve), no resultarán «novedosos» para un lector algo avezado en la materia; de hecho, mucho recuerda, por ejemplo, al reciente libro de Fernando Lillo Redonet, Un día en Pompeya (Espasa, 2020; reseña en Hislibris), cambiando la ciudad napolitana por Roma, y también siguiendo los pasos de unos personajes, en este caso uno real recogido por Tácito. Lillo es más didáctico, mientras que Tilloi-d’Ambrosi, incluso en lo más «trillado», lo hace con un punto extra de matización dentro de la divulgación.
Es un libro ideal para quienes tengan unas nociones básicas sobre cultura romana y quieran ir un paso más allá. La bibliografía que se utiliza es bastante completa para un volumen de estas características y plural: hay mucho estudio en francés, lógicamente, pero para variar el autor se nutre también de mucho libro en inglés e italiano, lo cual diluye tanto el chovinismo habitual de la divulgación en lengua francesa como la sobreexposición en la de Shakespeare, y con títulos en general recientes y que el lector que quiera profundizar puede conseguir (o encargar) con bastante facilidad en librerías y bibliotecas; y hay traducciones castellanas de algunos títulos.
Como conclusión. y aun versando sobre temas bastante (muy) trabajados en castellano, a menudo desde una divulgarización que abunda en la tríada de tópicos, tipismos y lugares comunes, el tratamiento (y alcance) que hace Tilloi-d’Ambrosi de esta vida cotidiana romana (y de la figura de Nerón) bien merecen una lectura, incluso por quienes ya tienen unas cuantas lecturas a sus espaldas. Vale la pena.
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