23 de diciembre de 2018

Crítica de cine: Spider-Man: un nuevo universo, de Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

En un “universo” cinematográfico cada vez más saturado en lo que a películas sobre superhéroes basadas en personajes de cómics se refiere, quizá a más de un espectador –o puede que todo lo contrario, pues a quien esto escribe no se le escapa que las expectativas siguen siendo muy altas en este género– le pueda la pereza al saber que se estrena una adaptación animada de un (otro) “universo” expandido más: el de Spider-Man (Marvel). Y lo hace “multiplicando” a Spider-Man, hasta seis veces (si no me fallan las cuentas), pues se trata de versiones diversas que proceden de realidades alternativas y que coinciden en una misma esfera (la nuestra) al mismo tiempo. Esta es la carta de presentación de Spider-Man: un nuevo universo (prometo no repetir más la palabra “universo” en lo que queda de crítica), un filme que ha recibido unas críticas muy elogiosas en diversos medios especializados en Estados Unidos y que buscará repetir la jugada por nuestros lares. Aunque sea el mismo día que se estrena Aquaman, película que pertenece a otro univ… esto, a otro firmamento de superhéroes, el de DC Comics (y Warner). ¿Podrán competir ambas películas en la taquillera navideña de manera más o menos “pacífica”? El tiempo lo dirá… y veremos si nuestra paciencia no se queda por el camino. 

Spider-Man: un nuevo universo juega con la idea de los… mundos paralelos (vaya, voy a tener complicado no repetir la palabreja) desde el humor y la metanarrativa. Peter Parker ha muerto; adiós, Spider-Man. Pero Miles Morales (con la voz de Shameik Moore en la versión original), un adolescente de padres afroamericano y portorriqueña, se verá convertido en un nuevo Hombre Araña sin comerlo ni beberlo, al recibir sus poderes de una manera similar a como las recibió Peter en su momento. Miles debe lidiar con un padre policía, Jefferson Davis (Brian Tyree Henry; tiene guasa que, siendo negro, el personaje se llame igual que el único presidente que tuvo la Confederación sudista durante la Guerra de Secesión), que mantiene sus más y sus menos con su hermano Aaron (Mahershala Ali), metido en chanchullos varios y a quien Miles admira. Las cosas se complicarán para el “nuevo” Spider-Man cuando se vea metido (también por casualidad) en medio de los planes del villano Wilson Fisk, Kingpin (ya sabéis, el malvado personaje de la saga Daredevil, con la voz de Liev Schreiber), que ha construido un Súper Colisionador que permite “viajar” entre las diversas dimensiones con el objetivo de recuperar a su esposa e hija, fallecidas. Inesperadamente, en uno de los ensayos de dicho aparatejo, llega a nuestra dimensión presente una versión alternativa de Spider-Man (Jake Johnson): un superhéroe venido a menos, cínico, en baja forma y separado de su amada Mary Jane (que le ha dado puerta, vamos). Miles, que poco a poco se va haciendo a la idea de lo que significa tener esos poderes (y la condenada responsabilidad que conllevan), aprenderá poco a poco lo que significa ser un héroe. Las cosas se complicarán cuando aparezcan cuatro versiones más de Spider-Man: una femenina (Hailee Stanfield), una vintage y al más puro estilo noir de los años veinte (Nicolas Cage), una de estilo manga (Kimiko Glen) y una que es un cerdo (tal cual; voz de John Mulaney). Juntos, paulatinamente, colaborarán para hacer frente a los malvados planes de Kingpin e impedir que el Súper Colisionador acabe por destruir la dimensión en la que se han reunido (la nuestra, vamos). 

La película, escrita por Christopher Miller y Phil Lord –pareja de directores y guionistas que ha creado 21 Jump Street (y su secuela), La Lego Película y que se encargaron de los primeros compases de Han Solo: una historia de Star Wars hasta que abandonaran el filme, siendo sustituidos por Ron Howard– y dirigida por una tríada de señores tras la cámara (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman), juega con bastante acierto con diversos elementos de la cultura del cómic –la construcción del héroe, el ideal de la justicia, la familia a pesar de todo, la redención personal– y añade un humor que en ocasiones trata de no ser políticamente correcto (se agradece, pero a la postre acaba siendo algo rutinario), al tiempo que explota al máximo las posibilidades que ofrece la animación por ordenador... y no son pocas. 



Todo, en general, funciona con eficacia e incluso en ocasiones parece que estamos ante una derivación (no tan gamberra) de Deadpool por ese humor tan presente en una trama bastante tópica en lo que se refiere al género. Y esto último constituye el principal hándicap del filme: que, al margen de las parafernalias metanarrativas y las humoradas constantes, sigue una hoja de ruta “canónica” que conduce inevitablemente a repetir clichés y a un final de lo más previsible. Incluso la cuestión de la construcción del (súper)héroe transita por caminos recorridos demasiadas veces, así como la deriva a lo rollo “familiar” de las diversas versiones alternativas de Spider-Man (sólo faltaba que sonara “We Are a Family” de las Sister Sledge como música de fondo). El propio conflicto familiar de Milos, con su padre y su tío enfrentados entre sí y una madre que se preocupa porque el chaval sea feliz, suena a muy visto. Sin embargo, la suma de elementos no termina por restar ni dispersar en una trama que, por muy clásica que sea, marcha con buen ritmo, a pesar incluso de unas dos horas de metraje que acaban por hacerse algo largas.



Sea como fuere, esta es una película que, dejando al margen que arriesga poco y se le ven un poco las costuras a poco que uno rasque, resulta una (muy) buena opción para disfrutar en pantalla grande (luce espectacular). Un aliciente más para el espectador es poder verla en versión original subtitulada para disfrutar así con las voces de los diversos actores, que, a su vez, ponen algo de su oficio en la composición de los personajes (Nicolas Cage, por ejemplo, está muy en su salsa como versión noir de Spider-Man, como el caso de Jake Johnson en uno de esos papeles “desganaos” que tan bien le salen). Te hará pasar un buen rato, sobre todo si dejas a un lado los deméritos mencionados y apuestas por sus virtudes. Por supuesto habrá que esperar a las escenas inter y poscréditos y gozar con una banda sonora muy bien perfilada de acorde con el nuevo Spider-Man y la cultura urbana. Si no has acabado saturado en este 2018 con tanta película de superhéroes, acabarás el año con buen sabor de boca: será más de lo mismo, pero no se puede negar que sabe muy bien.

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