10 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Tu vida en 65 minutos, de María Ripoll

De tanto en tanto, apetece repasar películas que viste en su momento. Yo soy mucho de repasar películas (como de releer libros), siempre encuentras detalles que te perdiste o, mejor aún, recuperas anteriores sensaciones, las mejoras o las sustituyes por otras (mejores o peores). Una de esas películas que no tengo en DVD pero que si la emiten por la tele veo de nuevo es Tu vida en 65 minutos. Recuerdo la primera vez que la vi: un mes de agosto de 2006, un viaje a Madrid (ahora mismo no recuerdo para qué), unos cines Renoir de calle Princesa. La película se había estrenado meses atrás y aguantaba en las salas de cine. En Barcelona se me escapó, por el motivo que fuere (cuántas películas sufren esos destinos, que si no vas pronto a verlas desaparecen de tu mapa visual...), pero ese sábado, primera sesión, me apeteció verla. Y me enamoró. Ya no sólo por la intro, sino por esa Barcelona real, la que pateo cada día, la de un domingo como en la película, pero también la de cada día. La que no necesariamente sale en las guías para turistas, la que ves cada día; y si además es con la versión de "In Between Days" de The Obligations como música de fondo, qué mejor... 

Película de Maria Ripoll (que ya nos deleitó con Lluvia en los zapatos) y con guion (e historia) de Albert Espinosa. Habitualmente el estilo edulcorado de Espinosa suele repelerme (y sus últimas obras me lo confirman), pero en este caso consigue atraparme. Dani (Javier Pereira) se entera de la muerte de un amigo del colegio, mirando el periódico con Francisco (Marc Rodríguez) e Ignacio (Oriol Vila) [suena mejor todo en catalán, la verdad].. Deciden ir al tanatorio a ofrecer el pésame a la familia, pero descubren que el muerto es otra persona pero con el mismo nombre que el amigo común. Pero a partir de ahí, en vez de reconocer el error (o hacer mutis por el foro), Dani se ve inmerso sin querer (y luego queriendo) en una relación con Cristina (Tamara Arias), hermana del difunto, al tiempo que Carmen (Nuria Gago), novia del mismo y ex de Dani, le presiona para que confiese la verdad. Pero Dani se resiste; ha encontrado alguien que es su alma gemela. 

La película aúna comedia y drama a partes iguales. Dani perdió a su padre en la infancia y la idea de no poder despedirse de él siempre le ha marcado. No puede evitar pensar en la vida y la muerte al tiempo que observa el ciclo de una lavadora. La muerte de alguien que creía su amigo le lleva a replantearse la vida que lleva, el lastre del pasado y la incerteza del futuro.

Me gustó mucho esta película que puede parecer ñoña, que tal vez nos haga preguntarnos si vale la pena ir a verla. Siento debilidad por las películas que muestran mi ciudad, pero no la Barcelona de los monumentos y su historia, sino películas en las que la ciudad es la de las personas, con sus vidas pasadas, presentes y quien sabe si futuras; películas como En la ciudad, de Cesc Gay, o como esta misma que comento. Películas que no idiotizan al público, aunque tampoco podemos esperar que sean obras maestras. Me encantó la historia, la sensibilidad y la fragilidad que rodean al personaje de Dani (Javier Pereira se come la cámara) y la voz de Tamara Arias. Vale a pena ir a verla, aunque parezca una película de verano sin más pretensiones que entretener. Y te quedas con el alma en un puño con el epílogo (o el segundo final...).

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