18 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Todo lo que tú quieras, de Achero Mañas

[12-IX-2010]

El viernes noche me acerqué al cine a verla. Había ganas, muchas ganas. Con dos películas, El Bola y Noviembre, Achero Mañas se convirtió en un director mucho más que interesante, a pesar de su carrera errática como actor. Curtido en el mundo del cine gracias a su padre Alfredo Mañas, prácticamente mamó el cine de pequeño. Y se le nota. Especialmente en una película como Noviembre, una magnífica parábola sobre el teatro, como medio para cambiar el mundo, como alegoría de un mundo que es más que lo que parece en un escenario, con performances callejeras grabadas con cámara oculta ("Punkis alegres", por ejemplo) que eran y son lo mejor de la película.

Y han pasado siete años desde entonces, y llega ahora Achero Mañas con su tercera película, Todo lo que tú quieras, que en cierto modo recoge aspectos de sus dos películas anteriores. Leo (Juan Diego Botto), un joven abogado más bien conservador, sufre la muerte de su esposa Alicia (Ana Risueño) y no sabe como puede afrontar esta pérdida su hija de 4 años Dafne (Lucía Fernández). Sobre todo cuando teme que Dafne pierda el recuerdo de su madre. Pero no, no lo permitirá, ni permitirá que Dafne lo pase mal, a tan corta edad, y decide que su hija tendrá a su madre, aunque ya no esté. Y la tendrá al mismo tiempo que a su padre, que, a fin de cuentas, será la misma persona. 

Valiente película de Mañas, que, con la metáfora del transformismo de un padre, capaz de cualquier cosa por su hija, conmueve y emociona, sin caer en sensiblerías. Valiente por mostrar la lucha de este particular padre coraje, que, a pesar de que nadie lo entienda (ni amigos, ni directores de colegio, ni suegros, nadie), asume el aspecto de Alicia para que Dafne no sufra. A pesar de las consecuencias que eso conlleva en cuanto a incomprensión y dolor. Mañas nos lleva a una mirada diferente acerca de la paternidad y de lo que ello significa; ya no es sólo que nos preguntemos de qué un padre es capaz por la felicidad de su hija, sino qué papel juega el rol de padre en la sociedad actual. Más allá de aparentes locuras e incomprensiones.

Juan Diego Botto convence; José Luis Gómez, como el transformista homosexual que le ayuda a pesar de todo, impone. Y la pequeña Lucía Fernández, simplemente, encandila. Y Achero Mañas, con un guión que se sale de lo habitual, sorprende una vez más y confirma. Confirma ese talento del que ya dio muestras aunque en otro registro, más personal quizá. Enhorabuena.

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