29 de agosto de 2019

Efemérides historizadas (XXXVIII): 29 de agosto de 1526 - desastre cristiano en la batalla de Mohács

Un 29 de agosto de 1526 se produjo uno de esos acontecimientos que constituyen un antes y un después en la historia de Europa en los siglos modernos: en la batalla de Mohács, a unos 170 km. de Buda, capital de Hungría, las tropas del rey Luis (o Ladislao) II Jagellón —un mozo de apenas veinte años de edad— fueron derrotadas por el ejército otomano de Solimán el Magnífico (o el Legislador, como se le conoce en el ámbito turco). Luis murió en combate junto a unos 15.000 (aproximadamente) soldados húngaros, y parte de la nobleza magiar.

Las tensiones entre húngaros y otomanos en los años precedentes, especialmente a partir de la subida al trono de Estambul de Solimán, que exigió tributos a los magiares, condujeron paulantinamente al enfrentamiento armado. Mohács fue una derrota que abrió las puertas de la Europa central a las tropas de Solimán. De hecho, las consecuencias serían casi inmediatas: Viena, la capital de los Habsburgo, fue asedida entre finales de septiembre y mediados de octubre de 1529... y no sería la última vez.

La guerra en Hungría perduraría durante décadas: de hecho y de manera intermitente, durante casi dos siglos con treguas que ocasionalmente se rompían. En 1551 Fernando I de Habsburgo, que asumió el trono magiar a la muerte de Luis II por su matrimonio con la hermana de éste, Ana (no sin resistencias locales), firmó una primera paz con los tomanos; una paz frágil y que abriría la puerta a continuas escaramuzas entre ambos contendientes. El furioso avance otomano también tuvo un importante escenario en el mar Mediterráneo, donde los piratas berberiscos al servicio de la Sublime Puerta (los Barbarroja y sucesores) mantuvieron en jaque (y provocaron no pocos saqueos en la costa peninsular durante décadas, adentrándose incluso en el primer tercio del siglo XVII) a las galeras hispánicas. Túnez, Argel, Djerba, Malta, Lepanto, otra vez Túnez... fueron hitos de la guerra naval entre cristianos y otomanos durante más de cincuenta años, hasta la firma de una tregua, frágil pero más o menos perdurable, en 1581. 


Como consecuencia de la derrota en Mohács, el reino magiar en manos cristianas quedó reducido a una (extensa zona de frontera alrededor de los territorios habsbúrgicos (Austria, Carintia y Carniola), mientras el grueso de Hungría, bajo reyes clientes (los Zapolya) y príncipes de Transilvania, permaneció bajo dominio otomano. Las tornas no comenzaron a cambiar hasta el estallido de la Gran Guerra Turca que con sucesivas etapas —y el hito del asedio otomano de Viena de 1683, liberada gracias al apoyo de los polacos de Jan Sobieski— se desarrolló durante toda la segunda mitad del siglo XVII. Con la firma del tratado de Karlowitz (1699), confirmado con el de Passarowitz (1718) tras un eventual conflicto, los otomanos perderían la Hungría conquistada en 1526, al tiempo que se iniciaba (si no lo había hecho un poco antes) la decadencia de la Sublime Puerta. Pero hasta entonces las consecuencias de Mohács marcaron gran parte de la agenda europea en su enfrentamiento con los otomanos.

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