29 de septiembre de 2016

Efemérides historizadas (XXVI): 29 de septiembre de 522 a.C. - Darío I de Persia asesina al falso Esmerdis

Un 29 de septiembre de 522 a.C. el príncipe persa Darío (Dārayawuš, en persa antiguo), emparentado con la familia real aqueménida, mató al mago Gaumata, el llamado falso Esmerdis –o Bardiya, el nombre persa–, hermano del rey persa Cambises II, y a quien años atrás se había hecho pasar por éste y lo había asesinado. O según trata de contarnos el propio Darío en una de esas “versiones oficiales” que deja la historia de tanto en tanto. Todo empezó, según Heródoto, con la muerte de Bardiya, ordenada por Cambises II antes de partir para su campaña contra Egipto. El historiador griego cuenta que el rey persa estaba enajenado y que, además de matar a su hermano, cometió diversas barbaridades en Egipto, incluido el haber hecho matar el sagrado buey Apis (y sus sacerdotes) en Menfis. ¿Leyenda negra del rey persa? Quién sabe. Heródoto se pone chismoso a veces y se fía de fuentes que no ha contrastado, y en este caso sigue la “versión oficial” de Darío. La hybris de Cambises tendría su particular némesis, y en este caso fue la usurpación de su trono: mientras se encontraba en Egipto, en el año 522 a.C., un mago (sabio persa) llamado Gaumata se hizo pasar por Bardiya y se proclamó rey, logrando el apoyo de parte de la nobleza aqueménida, un hecho muy preocupante para Cambises, aislado en Egipto.

Según Heródoto, Cambises partió inmediatamente de Egipto para enfrentarse al impostor, pero murió en Siria durante el viaje, a causa de una herida infectada en un muslo, no sin antes arrepentirse de sus crímenes, especialmente de la muerte de Bardiya. Gaumata o el falso Esmerdis gobernó el imperio durante al menos siete meses. Durante este lapso de tiempo procuró aumentar sus apoyos suprimiendo la recaudación del tributo y del reclutamiento militar durante tres años. Es posible que tras esa nobleza que se alineó con Gaumata hubiera disputas acerca del estilo de gobierno de los reyes aqueménidas, más cercanos al ceremonial medo en la corte; e incluso se baraja la posibilidad de que Gaumata fuera un discípulo de Zoroastro y tratara de impulsar una reforma religiosa de gran calado. Posiblemente la realidad sea que todo el asunto sea fruto de luchas dinásticas entre los dos hijos de Ciro el Grande y que Heródoto trufara su relato con cuentos populares persas o con informaciones manipuladas.

Por suerte contamos con un documento que, aunque de cariz propagandístico, otorga algo de luz respecto a esta oscura historia y que, también, nos ilumina acerca del ascenso al trono de Darío I. La inscripción de Behistún confirma que Cambises asesinó a su hermano antes de partir a Egipto, pero el pueblo persa se rebeló y se extendió la mentira (drauga) –que supone rebelión y desorden en la mentalidad persa del momento– por todo el imperio, hecho que aprovechó Gaumata, un mago, para hacerse pasar por Bardiya y usurpar el trono. Según esta inscripción, Cambises se habría suicidado y Gaumata habría eliminado a todos aquellos que habían conocido al auténtico Bardiya. Pero poco duró el reinado de Gaumata. Ótanes, un destacado noble de la corte, lideró una conjura para acabar con el usurpador. Siete nobles persas planearon un golpe para matar al mago, entre los que estaba Darío, hijo de Histaspes y pariente de Arsames, hermano menor de Ciro el Grande. En esta conjura, Darío ocupaba un lugar secundario, esperando su oportunidad para conseguir el poder. A Ótanes y Darío (que fue el último en incorporarse) se unieron Gobiras, Intafrenes, Megabixo, Aspatines e Hidarnes, miembros de las principales familias aristocráticas persas. Gaumata fue descubierto como un impostor y asesinado, produciéndose a continuación una matanza de magos. Posteriormente, Darío se valió de engaños para llegar al trono y restaurar la dinastía aqueménida. 

Inscripción de Behistún (Irán).
Los tintes novelescos de todo el asunto, el hecho de que Darío tuviera que sofocar diversos alzamientos locales y algunas conjuras palaciegas, y el secretismo que rodea a la muerte de Bardiya por Cambises, denotan que todo habría sido una argucia de Darío: es probable que hubiera asesinado a Bardiya, mientras Cambises estaba en Egipto, y a la muerte de éste habría urdido toda la trama de Gaumata y el falso Esmerdis para oculta su propia usurpación. Los escasos derechos al trono que Darío arguye para proclamarse como rey, el hecho de que su padre y su abuelo aún vivían, y el hecho de que su familia no estaba situada entre la elite cercana a Ciro y Cambises, son razones esgrimidas por algunos historiadores para aducir que Darío se habría apropiado injustamente del trono persa. A ello se añade que el nuevo rey persa tuvo que lidiar con una posible defección de algunos de los pueblos sometidos (Elam, Babilonia, Media) durante esta crisis de la monarquía.

La consecuencia del coup d’État de Darío es que se hizo con el poder, sí, pero tardó un año en sofocar las sublevaciones de la nobleza y de diversos territorios del imperio. Finalmente, Darío salió victorioso, como se plasma en la inscripción de Behistún, y logró el apoyo de varios nobles persas que comandaban tropas. El principal logro de Darío en los primeros años de su reinado fue afianzar la posición de su familia, con lo cual la dinastía aqueménida, quizá por primera vez, se convirtió en la casa real de Persia. Es posible que Ciro el Grande y Cambises, reyes de reyes, fueran en realidad ‘primi inter pares‘, los primeros entre diversos aristócratas persas, siendo Darío el monarca que implantó una dinastía hereditaria.

Lectura recomendada: El Gran Rey de Persia: formas de representación de la alteridad en el imaginario griego de
Manel García Sánchez (Publicacions i Edicions Universitat de Barcelona), que pone negro sobre blanco el relato de Heródoto y analiza entre líneas el golpe de Darío.
Ficha del libro.

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