21 de octubre de 2014

Reseña de Civilización griega, de David Hernández de la Fuente y Raquel López Melero

Suele presentarse la historia de la civilización griega como una sucesión de etapas marcadas por conflictos bélicos, por un lado, o por etiquetas propias de la historia del arte (arcaico, clásico, helenístico…). De hecho, son maneras perfectamente válidas de mostrar la evolución de la historia griega, desde los tiempos cuasi legendarios y hasta la anexión a otro modelo (político), el romano a finales del siglo I a.C. Pero es cierto que la reiteración en etapas –Bronce Final con minoicos y micénicos, edad oscura, período arcaico, etapa clásica, período helenístico– suele centrarse en los grandes acontecimientos: de la discutidísima guerra de Troya a la formación del ejército hoplita, del preponderante siglo V a.C. con dos grandes guerras a principio y final, de breve hegemonía espartana a la más breve todavía tebana, para llegar al predominio macedonio y la conquista imperial alejandrina, acabando con la etapa de los reinos sucesores del Magno y la conquista/anexión romana. Pero la civilización griega, si no nos atenemos a lo estrictamente político, continúa en la etapa imperial romana, con posterioridad al adagio horaciano –Graecia capta ferum victorem cepit et artes intulit in agresti Latio (Epístolas, II, 1, 156-157)– y continuó la vitalidad cultural griega en un período de convergencia con el modelo político (y social) romano, y que llegaría incluso al período bizantino. De hecho, los autores de este libro, Civilización griega (Alianza Editorial, 2014), David Hernández de la Fuente y Raquel López Melero, ponen el punto final de su narración poliédrica en el cierre de la Academia de Atenas por el emperador Justiniano en el año 529 de nuestra era. Pero, ¿y el inicio?

Raquel López Melero y David Hernández de la Fuente
Ahí es donde los autores, especialistas en filología e historia griegas, quizá sorprendan al lector. No comienzan con las civilizaciones del Bronce Final (aunque no se olvidan de ellos por completo), sino que prefieren dar inicio a su particular relato con el período arcaico, grosso modo, el siglo VIII a.C. ¿Por qué? Pues porque estiman que «la civilización griega por excelencia comienza al final de los llamados “siglos oscuros”, con la formación de una entidad política y cultural clave para el mundo griego, la polis o ciudad-estado independiente» (p. 18); una «forma de comunidad» que no fue totalmente estándar para el complejo ámbito «heleno», pero que sí caracteriza en muchos sentidos el componente «griego». De este modo, pues, nos centramos en un período que supera el milenio, con especial incidencia en los siglos VIII-III/I a.C., pero que en realidad continúa, sobre todo en lo cultural, hasta más allá de la caída del Imperio Romano de Occidente. Estamos, por tanto, ante un período rico en matices y que constantemente evoluciona, en cuanto a la propia «identidad griega», el concepto de «comunidad» –de una idea aristocrática a un concepto democrático en el caso ateniense y hacia la monarquía como experiencia política tras la conquista alejandrina y la reelaboración de la comunidad cívica bajo el dominio romano–, el ámbito cultural –de mayor elasticidad que el político o militar– y la esfera religiosa. Los dos autores de este libro nos van a presentar, pues, una panorámica amplia y detallada de la civilización griega pero no en función de las etiquetas y los compartimentos estancos (aunque de un modo u otro utilicen los conceptos), sino mediante los elementos que significan «lo griego» (to hellenikon). Transversalidad, pues, más que linealidad. El resultado es una muy interesante y sugestiva aproximación histórica. 

Aquiles y Áyax jugando a los dados, ánfora ática de
figuras negras, siglo VI a.C., Museos Vaticanos, Roma.
Es la transversalidad temática y no el eje cronológico el que marca el ritmo de este libro. Diez capítulos con diez conceptos y diez vocablos en griego que dan pie a analizar diversas cuestiones de la civilización griega. Resumiendo, y sin ánimo de «destripar» la trama del libro, los conceptos tratados son los siguientes (con el vocablo utilizado como hilo argumental y que pongo entre corchetes): la identidad griega (¿cómo se define y con qué parámetros?) y la mirada a la alteridad no griega [to hellenikon]; el espacio público en la polis (o la entidad que la sustituye) y el marco de la familia como desarrollo de un ámbito privado [agora]; la educación y la integración del individuo (y/o ciudadano) en la colectividad [paideia]; la(s) mujer(es) griega(s) en los diversos escenarios griegos [gyne]; el complejo ámbito religioso, con la mitología, el culto, el rito y la festividad religiosa como dos de las diversas ramas de un árbol frondoso [theoi]; la guerra (sin necesidad de hacer un repaso clásico y exhsuativo de las guerras) y la evolución militar de la polis [polemos]; las celebraciones panhelénicas deportivas y los Juegos Olímpicos como caso concreto [agon]; la economía y los viajes (de colonización) [emporion]; la literatura griega y la intersección y variedad de sus géneros [grammata]; y la evolución del pensamiento griego [philosophia], desde los presocráticos a la etapa imperial romana.  Por el camino se desarrollan otros vocablos e ideas como la arete (la excelencia, y que para la aristocracia arcaica era la base de su concepción de la existencia), el nomos (la ley... y no sólo la ley), el oikos (la estructura comunitaria básica que incluye a la familia y que de la agrupación de varios oikoi mediante sinecismo da pie a la polis), la apoikia o colonia, el kleros o lote de tierra que una familia (o un clan) podía explotar, la phratria o estructura social que trasciende la familia y el clan, o el propio demos, base del sistema político que Clístenes implantó a finales del siglo VI a.C. en Atenas, la democracia, y que evolucionó (o involucionó, en función de la época) durante la centuria siguiente... entre muchos otros.

Mujer con lira y vistiendo quitón y manto, todo de un
kylix, c.480 a.C., Cabinet des Medailles, Paris.
Se trata de un libro enfocado a un público universitario (aunque no únicamente) que cursa asignaturas de civilización griega; una guía temática general que, en función de la transversalidad, nos acerca a la complejidad que subyace en la cultura (en sentido amplio) griega. Un libro que no trata de ser reduccionista ni de resolver simplistamente las preguntas que se puedan plantear: una de ellas sería «¿por qué Grecia?», por ejemplo; por qué de entre todos los pueblos del mundo antiguo el griego logró desarrollar un nivel de civilización tan elevado. ¿Fue la geografía? ¿Fue la lengua? ¿Fue el medio urbano? ¿Fue la concepción hoplítica de lo militar? ¿Fue la relación que establece el individuo con el mito o con el rito religioso? ¿Fue por el ejercicio de preguntarse por el origen y el porqué de las cosas? El volumen ofrece diversas respuestas e incluso plantea una narración poliédrica: acostumbrados a una imagen de Grecia centrada en la dicotomía entre la Esparta militarista y conservadora y la Atenas imperialista y democrática (siendo ambos términos incluso paradójicos: en el caso de Atenas la isonomia para los ciudadanos, la negación de la misma para los que no lo son en la propia polis o en otras, caso de la Liga de Delos), se procura dar una imagen amplia y variada de la propia concepción de «lo griego», de las diversas experiencias políticas, sociales, económicas y religiosas en función de una polis (o de un ethnos) determinado. De este modo, pues, se huye de una concepción monolítica y estandarizada de la experiencia griega, de la propia civilización helena. Añadamos las estupenda ilustraciones (y comentarios de las mismas) con las que el lector puede seguir el hilo narrativo del libro (nota al editor: en el capítulo 10 están mal realizadas las menciones a las figuras 106 y 107, que corresponden, respectivamente, a Aristóteles y Sócrates, y no a la inversa, como se dice en las pp. 332 y 339; una minucia a corregir).

El resultado, en definitiva, es una muy sugerente mirada a la civilización griega, una aproximación histórica (y humanística) que introduce (incluso a un lector avezado en la materia) en cuestiones que permiten reflexionar sobre la cultura y la historia griegas; y que se puede complementar con lecturas más «clásicas» o incluso convencionales. De hecho, de cada capítulo surgen libros que leer o releer. Y al final nos puede quedar una pregunta: «¿por qué Grecia?». Probablemente la respuesta requerirá un viaje de lecturas que se disfrutará más por el propio trayecto en sí que por la necesidad de llegar a una solución.

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