6 de septiembre de 2014

Crítica de cine: Jersey Boys, de Clint Eastwood

A sus 84 años Clint Eastwood ya no está en el cénit de su carrera (diez años hace ya de Million Dollar Baby, su indiscutible última gran película), pero tras la cámara sigue teniendo la pasión de quien está en la flor de la vida. Y puesto que está ahí, o gracias a ello, se puede permitir el lujo (o el capricho) de realizar una película que, a priori, no es de su género. A priori... pero no olvidemos al autor de Bird, al compositor de scores para muchas de sus películas, incluso al actor que se lanzó a cantar en La leyenda de la ciudad sin nombre. Así pues, ¿Clint Eastwood ha decidido hacer un musical? ¡Pues bien por él! Y así ha cogido una oferta para dirigir una versión cinematográfica de una obra que lleva ocho años en Broadway sobre Frankie Valli y los Four Seasons, un cantante con una voz unica de falsete y el grupo que formó (o en el que formó parte) de música muy de los años sesenta. Y el resultado es Jersey Boys, una curiosa película con la que Eastwood parece decir "eh, no me entierren antes de tiempo" que aún tengo mucho que decir. De hecho, resulta incluso enternecedor que en una secuencia de la película los personajes tengan el televisor encendido y aparezca de pronto la imagen de un joven Clint Eastwood en aquellos años sesenta.

No estamos ante una película de las que formen el canon de Eastwood, pero sí es una película digna. No es un musical al uso, en el que de pronto los actores se ponen a cantar, al margen de cualquier plausibilidad argumental, sino que es un biopic y la estampa de una época: la de la música popular en los años sesenta y setenta, con cantantes solistas y grupos que realizaban giras maratonianas por un puñado de dólares en bares, cabarets, fiestas y ocasionalmente grandes espacios. De grupos como los Four Seasons hubo muchos y triunfar suponía un esfuerzo titánico: grabar un demo con cuatro canciones podía abrir las puertas a los principales sellos discográficos que recibían multitud de maquetas y elegían aquellas que creían que se podían radiar en emisoras de éxito y tener éxito. La carrera de Frankie Valli y los Four Seasons es de las que se forjan en la larga distancia: muchos coros grabados para otros artistas, hasta que de la unión de la voz de Valli y las canciones de Bob Gaudio surgió una serie de éxitos como "Sherry", "Big Girls Don't Cry", "Walk Like a Man", "Dawn" y tantas otras canciones que habremos escuchado centenares de veces. Valli compaginó su carrera en grupo con la de solista y, con letra y música de Gaudio (su eterno socio), reverdeció sus laureles con un hit como "Can't Take My Eyes Off You" o "My Eyes Adored You". Por tanto, estamos ante el biopic de un grupo, de su auge, querellas internas, caída y reconocimiento. Todo muy "clásico".

La película tiene el aliciente de conocer a unos cantantes que se forjaron en las calles de Nueva Jersey, con el crimen organizado y chanchullos de todo tipo antes de triunfar. De hecho, Tommy de Vito y Nick Massi estuvieron en la cárcel, y la delincuencia fue parte de su currículum. Ahí tuvieron cerca la figura del capo Gyp DeCarlo (Christopher Walken), peculiar y bondadosa figura mafiosa, que les enseña algo de código de las calles de Newark y alrededores. Eastwood centra parte de la película en este trasfondo inicial de quienes serían los Four Seasons, antes de acercarse a un estudio de grabación y hacerse conocer. El referente de películas de Martin Scorsese está presente e incluso uno de los Four Seasons tuvo sus tejemanejes con un Joe Pesci que en los años sesenta aún no era actor y trabajaba de peluquero y tanteó la música.

El problema de la película es que dilata el metraje y alarga algunos conflictos hasta el punto de que la película se resiente desde la mitad y en adelante. Para los melómanos nostálgicos y amantes del cine musical el interés estará en las canciones; para los interesados en un cine de corte "mafioso" y sobre la delincuencia callejera, quizá no llegue a despuntar; para los que no esperen una mezcla de ambos géneros, quizá se pregunten si Eastwood delira. Pues no, no delira, pero Jersey Boys no es una gran película. Asumiendo eso y estando dispuesto a dejarse llevar por la panorámica de una década, los sesenta, desde un punto de vista diferente, más a ras de suelo, con la música de entretenimiento y de fondo de bar o sala de fiestas, el resultado es estimable.

Atención al número musical final que, entre Bollywood y Grease, dirige un Clint Eastwood a quien se podría decir aquello de "a la vejez, viruelas". Que cada cual se lo tome como quiera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario