11 de abril de 2014

Treme (HBO: 2010-2013): ... Do You Know What It Means To Miss New Orleans?

Treme terminó a finales de 2013: todo el mes de diciembre estuvo dedicado a la 4ª y última temporada, más corta que de costumbre: sólo 5 episodios, un regalo por parte de David Simon, alma y, junto a Eric Overmyer, creador y productor ejecutivo de la serie. Ya hace un tiempo, pues, que terminó, pero la serie continuaba en mi mente de una manera u otra, y eso me impulsaba a recordarla, del modo que fuera: visualizando algún vídeo en YouTube, colgando alguna canción en Facebook, leyendo algún artículo de prensa sobre series de televisión. Hace pocos días se emitió la última temporada en Canal Plus y el recuerdo de los últimos minutos de la temporada (y de la serie), con John Boutté poniendo la banda sonora a una larga secuencia final, me impulsa a escribir aunque sean unas pocas líneas. Unas líneas sobre Treme, la permanencia  de seguir con la lucha y el aparente paso del tiempo. 

HBO apostó desde 2010 por un producto que de entrada puede parecer para un público selecto... pero que si uno se deja llevar, lo atrapa y ya no lo suelta. Hablar de David Simon es mencionar The Wire, con lo cual no cabe mayor presentación. El tema ya era atractivo sobre el papel: situarnos en el barrio de Treme en la Nueva Orleans posterior al huracán Katrina, es decir, en las postrimerías de 2005. Pero no era más que la punta del iceberg y Simon lo tenía muy claro: «[...] de lo que de verdad habla Treme es de la importancia de la cultura en la vida de una ciudad americana, quizá la más especial de todo el país como es Nueva Orleans» (entrevista al autor). John L. Jackson Jr., en un artículo –"HBO's Utopian Realism: Down in the Treme, en Transfoming Anthropology, 19.1, 2011, p. 17–, decía por su parte: «[…] Treme is a tale of class, race, and the harsh realities of contemporary urban America. It is a story about the traumas of everyday life in the wake of a disaster, about the frighteningly fine-line between human resilience and frailty. It is also quite decidedly about jazz music at its most material, mystical, and magisterial all at once» (la cursiva en ambos casos es mía). Es precisamente el trauma uno de los elementos esenciales en la primera temporada, con los personajes regresando a Nueva Orleans para recuperar espacios perdidos: Albert Big Chief Lambreaux (Clarke Peters) tratando de recuperar la casa que fue arrasada por el huracán, y cuya reforma durará prácticamente hasta el final de la serie; Ladonna (Khandi Alexander) superando primero el trauma de la pérdida de un hermano y luego el de una violación (el cuerpo como lugar traumático en ambos casos: recordemos la secuencia de reconocimiento del cadáver de su hemano Daymo en un camión refrigerado); Creighton Bernette (John Goodman) y su rabia por el trauma de la desidia gubernamental, que le impulsa a hacer uso de nuevas herramientas tecnológicas como YouTube, y aún así finalmente sucumbiendo a un dolor personal ante el rumbo que asume la ciudad; Janette Desautel (Kim Dickens) perdiendo su restaurante –su propio hogar, de hecho–, iniciando un peregrinaje para recuperarlo, dentro y fuera de Nueva Orleans; etc. 

La serie comenzaba con el retorno a la ciudad y se cierra con la sensación de que la lucha por recuperarla no ha terminado y debe continuar. Se podría decir que de principio a fin de la serie hay una continuidad pero no un final claro: incluso en el inicio de la 4ª temporada, con la euforia por el triunfo electoral de Barack Obama en las elecciones presidenciales de 2008, la noción de que no ha cambiado nada (o al menos no tanto como pudiera parecer) era evidenciada por un Kermit Ruffins en la calle, trompeta en mano, mirando de lejos a un corro de coches policiales que rodeaban sutilmente a la multitud en celebración. El espectador de Treme asume que la serie tiene dos tiempos: el cronológico, entre finales de 2005 y ya avanzada la primavera de 2009, y el interior, que pasa más lentamente o en el que las cosas suceden sin que aparentemente haya grandes cambios. Los personajes han tenido una evolución clara: así, Antonie Batiste (Wendell Pierce) ha pasado de callejear por locales en el Treme en pos de una actuación a tener un trabajo fijo como profesor ayudante de música en un instituto; Annie (Lucia Micarelli) ha dejado de tocar en las calles para conseguir grabar un disco e iniciar una carrera de relativo éxito, pero más estable que al lado de un inestable Sonny (Michiel Huisman), que por su parte, dejando de lado las drogas y una vida de vagabundo, encuentra la estabilidad casándose con una chica vietnamita, trabajando en el barco pesquero de su padre y actuando de tanto en tanto; el policía Terry (David Morse) se ha enfrentado (perdiendo, de hecho) a la corrupción del NOPD, pero ha ganado en cuanto a su vida personal (aunque sea lejos de Toni Bernette). Quizá sea la propia Toni (Melissa Leo) quien simbolice mejor que las cosas no han cambiado tanto –a pesar de la pérdida de Creighton o la independencia de su hija Sofia [India Ennenga], ya en la universidad – o, mejor dicho, que la lucha sigue; y algo parecido sucede con David McAlary (Steve Zahn), que recupera su rol como DJ en la radio local, sigue defendiendo la variada cultura musical de Nueva Orleans y su vida parece perpetuarse en una cierta irresponsabilidad e incluso inmadurez. 

Hay un ciclo que se abre y se cierra, aunque en realidad nunca lo haga. El primer episodio de la primera temporada se titula “Do You Konw What It Means” y el último de la cuarta temporada “To Miss New Orleans”. Que John Boutté cante la canción que enlaza dos títulos en una misma frase nos lleva a pensar que el paso del tiempo es relativo en Treme. «Todo pasa, nada permanece», decía Heráclito. El movimiento es la esencia de la serie, en la cual los personajes se mueven sin cesar, con pulsiones diversas y activismos políticos poliédricos –la visceralidad de Creighton en YouTube, el ascetismo de Big Chief Lambreaux en las calles, la pasión desbordante de Davis que insiste una y otra vez «I just want my city back», el combate desde dentro por parte de Toni, poniendo en jaque los vacíos y las injusticias de un (E)stado que no funciona–. Platón, en el Cratilo, remarcaba ya en su época la movilidad de todas las cosas en el universo herácliteo: «A fuerza de dar vueltas buscando la naturaleza de los seres, éstos han llegado a sentir vértigo; y, en consecuencia, les parece que las cosas dan vueltas, arrastradas en un movimiento universal. Ellos no atribuyen esta manera de ver a esta anomalía por la que se ven afectados, sino a la misma naturaleza de las cosas; según ellos, no hay en las cosas nada permanente ni fijo; se escurren o fluyen y se mueven, y están completamente llenas de movimiento y de devenir» (4116-c). Los personajes de Treme actúan igual y es el combate, la lucha continua, la esencia de ese movimiento. Todos, de una manera u otra, luchan por algo, por recuperar algo. La calle, el barrio, la ciudad perdidas son el espacio por el que luchar: contra un gobierno municipal que trata de remodelar el centro histórico para hacerlo más apetecible para los turistas, y si eso significa hacer limpieza de indeseables, mejor (las casas subvencionadas cerradas en la primera temporada; el esfuerzo por echar de las calles a los músicos que tocan al aire libre; la especulación inmobiliaria de la que sacan réditos personajes como Nelson Hidalgo [Jon Seda]). Big Chief Lambreaux lo explicitará claramente cuando en la primera temporada pugna, frente a la autoridad local, por volver a sacar a los indios a las calles en ocasión del Mardi Gras o protesta contra el cierre de las casas baratas, sabiendo de antemano que la suya es una lucha perdida: «Sometimes the battle worth fighting for is the one you know you’re going to lose». El patetismo de Creighton estriba en ser consciente, a la postre, de que su visceralidad en las redes sociales es inútil frente a unos gobiernos local, estatal y federal que han dejado en la estacada a la Nueva Orleans que tanto ha amado; del mismo modo que sus estudiantes no se muestran interesados por la literatura de los siglos XIX y XX, o su editora por el libro que escribe sobre la Nueva Orleans devastada en la década de 1920 (ella quiere que escriba sobre el presente, no el pasado). 
 
Y junto a la lucha está la supervivencia. Ladonna trata de recuperar su bar, asolado por el huracán y con un contratista que se hace de rogar cuando ella insiste en que le arregle el techo. El bar es lo que le queda cuando ha perdido a Daymo y será la causa de su crisis matrimonial, pero es la base de su supervivencia económica y emocional. Lo mismo sucede con Janette, que trata de sobrevivir en la primera temporada manteniendo a flote su restaurante, obligada a tirar la toalla al final de la misma, trasladándose a Nueva York, exilio en cierto modo dorado, y finalmente regresando para reflotar el negocio, primero en colaboración con un socio (que le acaba robando el nombre del local, la marca comercial) y finalmente en solitario, volviendo otra vez al principio: la chef que trata de sobrevivir al frente de un pequeño restaurante. El viaje iniciático de Janette es parecido al de Delmond Lambreaux (Rob Brown), que en Nueva York tiene el éxito laboral pero no la estabilidad emocional que le significan la familia en Nueva Orleans; la suya es una odisea desde el aparente desencanto por la tradición familiar (el microuniverso indio) en la primera temporada, evolucionando a la fusión cultural (cultura criolla y jazz moderno) en la segunda temporada, y aferrándose al legado paterno cuando Big Chief Lambreaux sucumba a la enfermedad en la tercera y cuarta temporadas. Antoine Batiste sobrevive, a golpe de taxis y actuaciones en bares y gigs ocasionales, en la primera temporada; la ilusión por constituir un grupo musical estable no perdura a lo largo de la segunda temporada, siendo finalmente la estabilidad como profesor en un instituto, y ayudando a adolescentes, lo que consigue en las dos últimas tandas de episodios, abandonando por el camino la vida de bohemia, impropia de un padre de familia (de dos familias, de hecho). 

Con la canción final a cargo de John Boutté, el engarce de los dos títulos episódicos, Treme alcanza en sus minutos finales la esencia más pura de lo que realmente siempre fue: la constatación de que el tiempo pasa, pero a diferencia de Heráclito, algo permanece, y eso es la necesidad de seguir combatiendo, de seguir luchando por recuperar la ciudad, el barrio, la calle perdidas. Poniendo esa canción, Davis McAlary asume que Nueva Orleans seguirá siempre ahí, y para nosotros los espectadores, formará parte de nuestros recuerdos catódicos. Hasta que decidamos volver a ella en un nuevo/perenne visionado. Do You Know What Means To Miss New Orleans…?

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