10 de abril de 2014

Reseña de El mundo de Atenas, de Luciano Canfora

Este es un libro del que esperaba mucho… y me lo ha dado, aunque a su manera. Pero afortunadamente me lo ha dado. No me ha dado quizá aquello que esperaba cuando tuve noticia de su publicación o lo hojée por primera vez en la librería, y que a priori era una historia de la Atenas de los siglos V y IV a.C. que tratara de  superar el estadio de una mera contextualización o de un hilo narrativo propio de manuales universitarios, obras generales y miradas diversas sobre ese mundo de Atenas al que hace referencia el título. Podía intuirlo, de entrada, por el perfil de Luciano Canfora (n. 1942) en obras anteriores: por ejemplo, su pasión por el debate historiográfico en Ideología de los estudios clásicos (Akal, 1991) o por la voluntad de no ceñirse (o encorsetarse) a la estructura del género biográfico en Julio César: un dictador democrático (Ariel, 2000), por citar dos libros suyos leídos hace ya sus buenos años. Canfora, como buen filólogo, está más interesado en rastrear, escudriñar, escarbar y sacar paladas de arena en las fuentes clásicas, en los textos coetáneos, y no tanto en reiterarle al lector aquello que ya ha leído en otros libros sobre un tema determinado. Y en este último libro suyo traducido al castellano lo encontrará de nuevo.

Esta no va a ser una reseña (demasiado) larga: me puede la sensación de haberme perdido detalles en el libro de Canfora, lo cual por un lado me frustra y por otro me impulsa a reflexionar y a pensar en una relectura… dentro de no demasiado tiempo. No me he sentido perdido en ningún momento: por mucho que parezca que Canfora se va por las ramas (y se va mucho), en todo momento me he sentido con los pies en la tierra. Digamos de entrada que este no es un libro para quienes estén interesados en aproximarse o introducirse en la historia de Atenas en los siglos V y IV a.C:, para ese viaje les recomiendo que se empapen bien de obras generales, que tengan en cuenta que las fuentes históricas no se limitan sólo a Heródoto, Tucídides y Jenofonte. Para poder situarse en la Atenas poliédrica que Canfora nos ofrece hay que conocer, siquiera someramente, una variedad de textos: a los ya mencionados, las comedias de Aristófanes, las tragedias de Eurípides (si hay que priorizar dentro de la tríada que completan Esquilo y Sófocles), opúsculos como los que se recogen (y no sólo) en Las constituciones griegas. La constitución de Atenas. La república de los atenienses. La república de los lacedemonios (Akal, 1987), textos jurídicos y, cómo no, la obra filosófica de Platón y su contrapunto (¿tan diferentes eran?) en obras de Jenofonte en los que Sócrates es fundamental. Pero también le advierto al lector que en este libro aparece poco Sócrates y mucho otros “ideólogos” como Antifonte, también condenado a muerte.

Luciano Canfora
Canfora se centra en los críticos a la democracia, más que en sus defensores o principales próceres (quizá con la excepción de Alcibíades). Y la mayor parte del libro se reduce al ámbito y el período de la Guerra del Peloponeso. No, no espere el lector que se le cuente con detalle este conflicto (cójase el libro de Donald Kagan en Edhasa, que de hecho se basa en Tucídides y Jenofonte). Sobre este conflicto, Canfora establece la idea de que es una sucesión de tres guerras (la guerra arquidámica, la expedición a Sicilia y la guerra de Decelia), en la que la segunda etapa marca un punto y aparte y será uno de los gérmenes del (primer) golpe oligáquico en el año 411 a.C. Apegado como está al debate (y el caldo de cultivo) historiográfico, el autor hace (o quizá sugiere) un paralelismo entre esta guerra y la “larga guerra civil” del siglo XX (con permiso de Nolte y demás), es decir, los treinta años que se suceden, por etapas, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. La historiografía alemana del período (esencialmente) le sirve a Canfora para reflexionar sobre conceptos y etiquetas. Tampoco trata de “darle la vara” al lector, aunque él se deja llevar en lo que le interesa. Por decirlo con claridad, Canfora se va por las ramas, a cuenta de las lecturas diversas sobre la democracia y sus críticos; y en ese irse por las ramas, analiza el activismo político de Tucídides (¿realmente pensábamos que sólo escribió una monografía tras su exilio?) y sus concomitancias con el círculo intelectual de los oligarcas, o su defensa no demasiado disimulada de Alcibíades. Canfora se pregunta qué aportaba realmente el ciudadano a un régimen democrático que tampoco trataba de motivar su participación, y establece una clara relación entre imperio (o imperialismo) y democracia, de modo que el primero influyó en la segunda y la moduló, evolucionó… o incluso involucionó. 

Con diversas partes, que sitúan al lector en momentos determinados de la democracia ateniense/historia de Atenas, Canfora va al análisis de lo concreto más que a la narración de la globalidad. Y ahí es donde en algunas ocasiones me he perdido detalles. Presupone el autor que el lector sabe de qué le habla y por tanto no es necesario ponerle en antecedentes, de ahí que se deje llevar por su hilo argumentativo que no es tanto narrar como escarbar y sacar a la palestra a personajes como Antifonte, Frínico o Cleofonte; es decir, partidarios de la oligarquía y demagogos atenienses que también contaron (y mucho) tras los lustrosos nombres de Pericles o Alcibíades. El resultado es un libro complejo y denso en algunos tramos, pero que nos permite también bucear en los mitos que la historiografía ha reiterado sobre Atenas, su imperio marítimo y su sistema democrático. Así, qué podemos discernir del debate sobre Milo y su castigo desaforado por Atenas, algo que nos lleva a preguntarnos qué rol jugaba esta isla dentro de la liga marítima (imperio, las cosas por su nombre), a favor o en contra de la propia Atenas; quiénes fueron los perpetradores de la profanación de los hermes en vísperas de la partida de la expedición (imperialista) a Sicilia, lo cual también nos permite analizar el papel del ciudadano ateniense en la decisión de realizar esta operación militar, y hasta qué punto era responsable o estaba implicado Alcibíades; cómo, quiénes y por qué se produjo el golpe oligárquico en el año 411 a.C., de qué manera se moduló y cuáles fueron las causas de su fracaso, lo cual nos traslada a la postre a la segunda intentona golpista, de mayor calado (guerra civil mediante) al final de la Guerra del Peloponeso.

El lector de esta reseña quizá considere que no le estoy valorando el libro como debiera o en consonancia con otras reseñas. Pero es que terminada su lectura me pregunto hasta qué punto Canfora ha establecido un diálogo con quién lee sus páginas. En ese sentido, hágame caso el lector: del mismo modo que Canfora parece echarse al monte, piérdase con él. Eso sí, le aconsejo que lleve linterna, botas adecuadas e incluso la mochila repleta de libros. La aventura quizá sólo haya comenzado para él… para mí, sigue.

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