17 de septiembre de 2012

Crítica de cine: Michael Clayton, de Tony Gilroy

[24-XI-2007]

Pues anoche, ante una cartelera algo floja esta semana, fui a ver esta peli del amigo George (What else?), una peli en la que ya suena él como posible nominado a un Oscar como mejor actor principal (yo incluiría a Tom Wilkinson como posible nominado a mejor actor de reparto). Y aunque a priori puede parece una película estilo A civil action, va mucho más allá de todo eso (quien quiera ahondar en una crítica hiperfavorable, que lea la crónica de Carlos Boyero en El País hace ocho días).

Pues Michael Clayton es una película algo desigual en su desarrollo, con un prólogo quizá demasiado extenso (al cabo de casi veinte minutos te salen con lo de "cuatro días antes") y hasta cierto punto innecesario. Pero la trama gana desde entonces, si bien resulta algo complicada, borrosa e inconexa hasta casi la mitad del metraje. Michael Clayton (Clooney) es un "solucionador de problemas" en un prestigioso bufete neoyorquino. Se le asigna el caso de uno de los socios mayoritarios del bufete, Arthur (que lleva la defensa de una importante empresa del sector alimentario), y que de pronto enloquece (Tom Wilkinson), aunque pronto Clayton descubre que se ha pasado al lado de los demandantes. 


Por su parte, al frente de un importante departamento de esta empresa está Karen (peculiar Tilda Swinton, tras Orlando y brujas varias, aunque su personaje queda algo deslavazado), que trata de liquidar el problema; una mujer ambiciosa que promociona rápidamente en la empresa pero que esconde una enorme inseguridad. Martin (Sidney Pollack, en otra de sus ocasionales puestas delante de la cámara) encarga a Clayton que vigile y se haga cargo de Arthur. La cosa se complica, mientras el propio Clayton --divorciado, con un hijo pequeño del que poco se preocupa, recuperándose de su adicción al juego y endeudado hasta las cejas a causa de un negocio ruinoso con un hermano alcohólico-- trata de solucionar su propia vida.

La película sorprende por la puesta en escena, por un guión denso pero paulatinamente bien trabado, por unas interpretaciones poderosas y por un score a cargo de James Newton Howard que acompaña sin ensombrecer. Cada cual que saque sus conclusiones sobre el personaje de Clayton, poco amable a ratos y que parece evolucionar a lo largo del metraje. La secuencia final, en el taxi, con la cámara fija en el rostro de Clooney, un rostro descompuesto, espejo de un alma atormentada (a pesar de todo), es hermosa, sencilla e implacable.

Buena película, en definitiva, muy meritorio el buen hacer de Clooney, que parece alternar divertimentos como la saga de Ocean para participar en productos más elaborados y artesanales como éste, escrito y producido por el casi desconocido Tony Gilroy (guionista de éxito de la saga Bourne, entre otras películas).

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