8 de agosto de 2012

Crítica de cine: 12, de Nikita Mikhalkov

[16-VI-2008]

Hace unos días comentaba la última película de Sidney Lumet, Antes que el diablo sepa que has muerto. Ahora, la caprichosa cartelera ha querido que se estrene la última película de Nikita Mikhalkov, 12, cuando ya podríamos pensar que el director ruso estaba de retiro (como Lumet). Y no, sigue al pie del cañón, interpretando incluso, y vuelve a la carga con esta película inspirada de manera muy sui generis en Doce hombres sin piedad, que además estuvo entre las nominadas a los Oscars de este año en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

Doce hombres se reúnen en el gimnasio de un colegio para dilucidar el veredicto de un caso de asesinato: un chico checheno acusado de asesinar a su padrastro, un militar ruso. Como ya de puede ver, Mikhalkov pone sobre el tapete un tema de actualidad y le sirve de excusa para hilvanar una película que habla sobre la libertad, la justicia, el deber y en última instancia el miedo. 

No es una película cómoda, no es divertida ni entretenida, supera las dos horas y media de metraje (cuando Lumet había utilizado 95 para su filme). Pero la película va más allá de la trama argumental inicial, que comienza de modo muy similar a la película de Lumet, pero que pronto coge un vuelo propio. Mikhalkov usa constantes flashbacks de la vida delo muchacho en el Cáucaso, para que sepamos que ha pasado y por qué se le acusa. Quizá a la postre estos flashbacks sean más enrevesados que aclaradores, pero contextualizan el caso. Pero lo realmente interesante de la película es lo que pasa en el gimnasio con esos 12 hombres. Cada uno juega un papel esencial, cada uno tiene algo que contar, que contextualizar con el caso, con su vida misma.

El propio Mikhalkov es uno de los 12 actores, guardándose uno de los papeles esenciales en última instancia. No os quiero contar mucho más, pues la trama diverge de la película estadounidense, sobre todo en la parte final. Quizá el epílogo (tras varios falsos finales) sea algo tramposo y maniqueo, pero la película no sale perdiendo.

En definitiva, un excelente "producto" cinematográfico que vale la pena visionar. Eso sí, con calma y a veces con la sensación de que con una hora menos de metraje el director ruso podría haber explicado lo mismo.

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