19 de julio de 2012

Crítica de cine: El Caballero Oscuro, de Christopher Nolan

[14-VIII-2008]


Como preámbulo, quizá fuera necesario (o no), ponernos en antecedentes. Nos hallamos ante la 6ª entrega de la saga sobre Batman, pero de hecho podríamos prescindir de las 4 primeras, pues con Batman begins (2005) Christopher Nolan relanzó el personaje y le dio una nueva vida en todos los sentidos. En esta película, de excelente factura, conocemos los orígenes de Bruce Wayne, sus fobias y su conversión en el oscuro caballero volador. Aparecieron a su lado su amiga de juventud, y algo má,s Rachel Dawes (Katie Holmes), el hombre de las cuestiones tecnológicas Lucius Fox (Morgan Freeman), el policía honrado Jim Gordon (Gary Oldman) e incluso una nueva cara para el inefable mayordomo Alfred (Michael Caine). Y dos villanos antológicos, el psiquiatra/Espantapájaros (Cillian Murphy) y el "mentor" de Wayne, el malvado Ra's al Ghul (Liam Neeson). Y un mafioso italiano, Carmine Falcone (Tom Wilikinson), que recibía lo suyo. 

Con esta película nos olvidamos de las dos películas de Tim Burton, a medio camino entre lo gótico y lo efecticista, y sobre todo los dos productos perpetrados por Joel Schumacher, lo peorcito de la saga, donde además aparecía ese personaje insustancial llamado Robin. Nolan reinventó al personaje, más pendiente de lo que los cómics de Frank Miller aportaron a mediados de los años 80, que de influencias cinematográficas anteriores. Y el resultado fue óptimo. Y se preparó la siguiente entrega: El Caballero Oscuro.

En la película de marras, los mafiosos italianos tienen la cara de un recuperado Eric Roberts, como Sal Maroni. Asediados por la eficacia de Harvey Dent (Aaron Eckhart), el dinámico fiscal del distrito de Gotham (secundado por Rachel Dawes, ahora con el rostro de Maggie Gyllenhaal), los mafiosos buscan una salida, que surgirá casi por sí sola: Joker (Heath Ledger), un personaje anárquico, sin principios, absolutamente amoral (que no inmoral), con un carisma sin igual, con unas horribles cicatrices en la cara y un mauqillaje a medio camino de un clown desangelado. Batman, perseguido por la ley, colaborará con Dent en la detención de los mafiosos (a través de uno de sus "contables", el empresario chino Lao [Chin Han]). Pero Joker lo debarata todo con sus métodos, pone a Batman y Dent contra la pared, obligándolos a tomar decisiones con funestos resultados... 

Si Batman es el Caballero Oscuro del título, Dent es el Caballero Blanco, el héroe laureado en Gotham, en quien el propio Bruce Wayne vé como el hombre que relevará, desde lo público y transparente, a Batman como azote de los malvados que asolan Gotham. Los seguidores de la saga ya saben quien es Harvey Dent, conocido como Harvey Dos Caras (que en Batman returns tenía el "rostro" de Tommy Lee Jones), así que ya saben lo que sucederá... 

Aquí entra en juego Joker, que mueve las piezas, maquina y manipula, con el apoyo de corruptos policías. Un Joker diferente al que recordamos encarnado por Jack Nicholson en Batman (1989): el Joker de Nicholson era estridente, estrafalario, patético; el Joker de Heath Ledger es anárquico, romántico, amoral, sin estridencias excesivas ni sobreactuaciones. Un Joker más en línea con los personajes atormentados que Nolan trata desde Memento, empezando por el propio Batman. Batman y Joker son las dos caras de una misma carta, se necesitan e incluso se complementan, como el propio Joker le espeta a Batman en un momento determinado. Ni qué decir tiene que me quedo con el Joker de Heaht Ledger, que se come en casi cada escena al Batman de Christian Bale. ¿Una posible nominación como mejor secundario en los próximos Oscars? Está por ver, pero nos hallamos ante uno de los mejores villanos (qué oxímoron...) del género. 

La película es larga y densa, demasiado quizá. Trata demasiados aspectos, demasiadas aristas de los personajes, con sorpresas constantes y cambios de ritmo. Una primera parte más lineal, más pausada incluso, da paso a una segunda, tras la "detención" de Harvey Dent, autoinculpado. A partir de ahí, se sucede un chorro de sorpresas argumentales, giros narrativos, escenas de acción y momentos de tensión que, en vez de ir in crescendo, se solapan e incluso se torpedean. Nolan tiene en esta película material para dos entregas: la historia de Joker y la historia de Harvey Dent. Ambas historias en un momento determinado se cruzan y caminan hacia un clímax final. 

Le sobra metraje a esta película, al menos 20 minutos. La factura visual es impecable, el guión, soberbio, las interpretaciones, sobre todo de Ledger y Eckhart, buenas; la música del dúo Hans Zimmer-James Newton Howard sigue la línea marcada en Batman begins. Pero la película es excesiva, agota, demasiadas cosas por contar, en ocasiones con demasiada grandilocuencia. Con todo, como resultado global, nos hallamos ante una gran película de género. No sé si el trauma del 11-S sigue presente en la mente de los creadores de esta película, pero haber guiños, haylos. También hay deficiencias argumentales e incluso falla la suspensión de la incredulidad ante ciertas cuestiones (¿donde están el FBI e incluso el Ejército cuando una ciudad como Gotham se halla en poder de mafiosos y terroristas?), pero no descompensan el resultado final. 

En definitiva, excesiva pero muy recomendable, sobre todo a los seguidores del género: nos hallamos con el Batman de Nolan con un superhéroe diferente, como ya nos anticipó el director y guionista hace tres años. Y habrá una tercera entrega: si el final abierto no lo permite, sin duda lo hará el taquillaje.

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