22 de marzo de 2012

Crítica de cine: V.O.S., de Cesc Gay

[10-VII-2009]



Vengo de ver esta película. Cesc Gay ha conseguido con dos películas, En la ciudad (2003) y Ficció(n) (2006) que me interese por su manera de hacer cine. En la ciudad es, posiblemente, una de las mejores películas españolas de la última década: historias de un grupo de amigos treintañeros barceloneses, cuyas vidas se entrecruzan al socaire de una gran ciudad, con (la falta de) el compromiso, la amistad, el amor, el sexo, la infidelidad, el miedo a enfrentarse a la realidad, como temas esenciales. En Ficció(n) se hablaba de una manera silenciosa de una historia de amor no consumada y de la crisis personal de un director de cine (Eduard Fernández). Ahora, tres años después, nos llega V.O.S. (Versión original subtitulada), basada en la obra de teatro de Carol López, cuyos cuatros actores protagonistas también repiten en este filme.

La sala de espera de un hospital: dos hombres, Manu (Paul Berrondo) y Ander (Andrés Herrera), sentados esperan el resultado de un parto, no se hablan, pero por sus miradas se intuye que se conocen. Sale una enfermera con buenas noticias: Clara (Àgata Roca, esposa de Cesc Gay fuera de la pantalla, por cierto) ha dado a luz a una niña. Los dos hombres se abrazan. La enfermera deja pasar a uno de los dos: uno es el padre de la criatura, el otro el marido de Clara. La enfermera no entiende nada. ¡Y corten!

Y así empieza una película de cine dentro del cine: cuatro actores, incluida Vicky (Vicenta Ndongo), pareja de Ander, nos cuentan una historia con diversas aristas, cuatro puntos de vista, cuatro ángulos. El cine es el quinto protagonista: todo es un rodaje, constante y continuo, en el quen el guión y la realidad se mezclan. Ander escribe un guión, pero en realidad es el guión de su propia vida y la de los otros tres personajes. Un guión que, como la vida misma, tiene obstáculos, en el que te quedas a veces en blanco, con muchos conversaciones, con tensión y lágrimas, con risas y esperanzas.

Nos encontramos con una película fresca, atractiva, interesantísima, adictiva, sorprendente, original. Y todo en apenas 80 minutos. Una historia plagada de diálogos chispeantes, en el que los actores hablan entre sí sin abrir la boca, con soliloquios y monólogos internos, con la voz de uno de ellos que habla por dos de los otros, con decorados de cine en una nave del barrio barcelonés de Poblenou o en una casa rural en Arenys de Munt. Con casas de decorados y calles y lugares de la Barcelona real: esa Barcelona no invadida por los turistas, con las playas, las plazas, los bares, las librerías, las tiendas que un barcelonés como yo conoce y a los que habitualmente acude. Una película, pues, en el que ficción y realidad, en el que guión y realidad, se entremezclan hábilmente, con un tono de comedia, con constantes referencias fílmicas y, finalmente, con un buenísimo sabor de boca. A ello añadimos una estructura narrativa original, con conversaciones en castellano, catalán y euskera, pasando de una lengua a otra y luego a la tercera, que seduce y atrapa.

Una películas, pues, no sólo recomendable para los que disfrutaron de las anteriores cintas de Cesc Gay, sino también para aquellos que aman el cine y las buenas historias. Una película, además, que confirma el buen hacer de Cesc Gay como guionista y director de cine.

Una película que, resumiendo, pone en solfa "cuatro miradas para una misma historia. Todos tienen su versión, y todos configuran esa versión original subtitulada".

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