No me había decidido a ver esta película, de la que tanto se ha hablado últimamente. Que la hayan visto 19 millones de franceses y haya ganado 115 millones de euros, sinceramente, me la trae al pairo. El tráiler me tiró para atrás: "ya verás, esto es de un buenrollimo y una lagrimilla fácil que pa qué...". Pero esta tarde me he acercado a los cines Renoir y entre las diversas opciones iba a priori a ver Extraterrestres de Nacho Vigalondo, pero acababa de empezar la sesión y esperar dos horas y pico... como que no. Así que he decidido darle una oportunidad a la película francesa. Y me alegro de haber acertado.
Sí, esta es una película de superación, pero sin caer en una falsa emotividad o en esa lagrimilla fácil. La trama se basa en una historia real (etiqueta peligrosa), la de Philippe (François Cluzet), tetrapléjico desde que tuvo un accidente de parapente. Ser rico le ayudará, y en esto la película ya sirve para marcar distancias y hacernos reflexionar acerca de que pasaría si el protagonista no tuviera un franco. Driss (Omar Sy), un muchacho senegalés de la banlieue parisina (en realidad, el cuidador de Philippe es de origen magrebí), recién salido de la trena, aceptará el trabajo de ser su asistente, su cuidador, el hombre que debe estar pendiente de todas sus necesidades. Y asi se desarrolla esta particular buddy movie, que comienza con retazos de road movie, pero que enseguida evoluciona a una comedia que te contagia, es verdad, con ese buen rollo, pero no cayendo en lo fácil, lo recurrente. Además, la relación de Driss con Philippe no cae en una piedad que puede ser molesta, sino que con el desparpajo el primero, su naturalidad, su manera de romper las fronteras sociales (o económicas), es lo mejor de la película. El choque de culturas, incluso, pero buscando más lo que une que lo que separa. Eso sí, el espectador percibe el dolor bajo el tono cómico, las dificultades tanto de Driss como de Philippe, sus carencias, sus anhelos, sus miedos.
La verdad es que la película emociona sin pretenderlo, sin necesidad de caer en torpesintentos de captar la empatía del espectador. Y te sorprende, sin querer, y te ríes un buen rato con Driss; y, como Philippe, sonríes con esa complicidad que muestra el personaje, aceptando que las cosas buenas pueden salir cuando quizá no haya motivos para ello. Y te queda una sensación positiva, de plena humanidad (otra etiqueta fácil, que se trata de una película muy "humana"), de que todo es posible, de que sí, es verdad, estamos en crisis, pero podemos tirar adelante. Quizá sea una sensación efímera, pero también necesaria con la que está cayendo. Sólo por ello, bienvenida sea esta película.
Sí, esta es una película de superación, pero sin caer en una falsa emotividad o en esa lagrimilla fácil. La trama se basa en una historia real (etiqueta peligrosa), la de Philippe (François Cluzet), tetrapléjico desde que tuvo un accidente de parapente. Ser rico le ayudará, y en esto la película ya sirve para marcar distancias y hacernos reflexionar acerca de que pasaría si el protagonista no tuviera un franco. Driss (Omar Sy), un muchacho senegalés de la banlieue parisina (en realidad, el cuidador de Philippe es de origen magrebí), recién salido de la trena, aceptará el trabajo de ser su asistente, su cuidador, el hombre que debe estar pendiente de todas sus necesidades. Y asi se desarrolla esta particular buddy movie, que comienza con retazos de road movie, pero que enseguida evoluciona a una comedia que te contagia, es verdad, con ese buen rollo, pero no cayendo en lo fácil, lo recurrente. Además, la relación de Driss con Philippe no cae en una piedad que puede ser molesta, sino que con el desparpajo el primero, su naturalidad, su manera de romper las fronteras sociales (o económicas), es lo mejor de la película. El choque de culturas, incluso, pero buscando más lo que une que lo que separa. Eso sí, el espectador percibe el dolor bajo el tono cómico, las dificultades tanto de Driss como de Philippe, sus carencias, sus anhelos, sus miedos.
La verdad es que la película emociona sin pretenderlo, sin necesidad de caer en torpesintentos de captar la empatía del espectador. Y te sorprende, sin querer, y te ríes un buen rato con Driss; y, como Philippe, sonríes con esa complicidad que muestra el personaje, aceptando que las cosas buenas pueden salir cuando quizá no haya motivos para ello. Y te queda una sensación positiva, de plena humanidad (otra etiqueta fácil, que se trata de una película muy "humana"), de que todo es posible, de que sí, es verdad, estamos en crisis, pero podemos tirar adelante. Quizá sea una sensación efímera, pero también necesaria con la que está cayendo. Sólo por ello, bienvenida sea esta película.
Ja t'ho vaig dir, ai home de poca fe!!!
ResponderEliminarSí, de fet, com no esperava res i el fet de no ser tan 'ñoña' com semblava mostrar el tràiler...
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