5 de enero de 2012

Crítica de cine: La Dama de Hierro, de Phyllida Lloyd

Pues vengo de verla, primera sesión (la mejor), sin criajos (no es el tipo de películas que interesa a nuestra juventud), de lo más cómodo en la sala de cine. De entrada hay que decir que esta película se debe ver en versión original, para captar el tono del personaje y algún que otra escena en la misma que desconozco cómo se habrá solventado en la versión doblada. Y luego hay que comentar que es una película myt thatcherista, no en el sentido de la política del personaje (que también), sino en su concepción como película de, por y para el personaje. 
La película se inicia con una Margaret Thatcher en su senilidad, en un presente no demasiado lejano, poco después de la muerte de su inseparable marido Denis. Los tiempos del gobierno, del triunfo, de la crispación y de "Maggie Out!" (el grito de los mineros durante la huelga de su primer mandato, han quedado atrás. Los tiempos en que Margaret Thatcher era una rareza dentntro del Conservative Party, apenas tenida en cuenta cuando llegó a Westminster en los últimos años cincuenta, ridiculizada después, temida más tarde. Antes, durante y después de ser La Dama de Hierro. Todo eso ha quedado atrás. Pero todo se nos recuerda a través de constantes flashbacks, desde los tiempos del Blitz londinense hasta su "asesinato" político en noviembre de 1990 por los miembros de su propio partido. Maggie sufre alucinaciones, ve a su marido Denis, recuerdo con él el pasado, padece ya los inicios del síndrome de Alzheimer. Y es a través de esos flashbacks como conocemos a una mujer que no renuncia a sus principios, que no se rinde, que deja bien claro que toda su vida, antes incluso de las Islas Malvinas, ha sido un constante batallar contra todos y contra todo. "La hija del tendero" es el modo como, dentro y fuera de su partido, se la denigra e insulta. Pero ella se mantiene en pie, como una roca... y bueno, ahí la película adquiere un cariz hagiográfico que es lógico en este tipo de filmes. Margaret Thatcher la Dama de Hierro, la inquebrantable, la roca de Inglaterra.

La película, pues, podría verse como una lección de la historia británica durante unas dos décadas y pico, más intensa en los años de mandato de la Thatcher... si esa fuera la intención de la directora, Phyllida Lloyd. Y no lo parece, pues sería mostrar más crudamente (y apenas lo apunta) lo que significó el programa de privatización de servicios y de liberalización económica entre 1979 y 1990. Un programa que, cualquiera que vea la película, no desgasta tanto a la Thatcher como el paulatino derribo en el seno del partido. Y es que la directora está más interesada en mostrarnos a una Thatcher de cerca, en primera persona, recordando lo bueno y lo malo, los duros inicios, el peso de la política diaria, de la guerra contra Argentina (qué mejor que mostrar al personaje escribiendo cartas para los familiares de los soldados muertos), en resumen, en como vive ella (más que la nación) su etapa de gobierno. El ritmo, más pausado en la primera hora y pico, se agiliza como si no hubiera demasiado interés en tocar a fondo la etapa de gobierno, y de hecho se apresuriza en exceso en el tramo final del mandato thatcheriano. Interesa el personaje en sí, la hija del tendero Roberts, más que la auténtica Dama de Hierro (que con apenas unas pocas escenas de firmeza por encima de todo queda reflejada como tal).

En este sentido, pues, la película es rica en matices personales (su fortaleza, su coraje, su valentía, su firmeza ante lo que ella cree que son los principios esenciales, su delicadeza, su sentido del humor), más escasa en cuanto a la primera mujer que presidió un gobierno en el mundo occidental. Hay pinceladas de humor, muy British, como no podía ser menos, y ahí Jim Broadbent, en el papel de Denis, se lleva la palma. Meryl Streep mimetiza el personaje de la Thatcher, pero quizá en exceso, sabiendo perfectamente que la nominación al Oscar no se le escapa. Entre los secundarios, apenas pinceladas de un Michael Heseltine (Richard E. Grant) y un Geoffrey Howe (Anthony Head) de los que se esperaba más juego, la verdad.

Con todo estamos ante una cinta más que interesante, un biopic que posiblemente no contente a unos y otros, pero que no deja indiferente. Quizá en manos de otro director se habría sacado más partido del personaje, pero con Phyllida Lloyd tenemos lo que tenemos. Y no es poco. Pero uno se esperaba quizá algo más...

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