24 de abril de 2015

Reseña de La mer des califes: une histoire de la Méditerranée musulmane (VII-XIIe siècle), de Christophe Picard

El Mediterráneo suele verse como un mar cerrado a la libre navegación desde la expansión islámica de los siglos VII-VIII, rompiendo una cultura de la navegación a larga distancia que los romanos establecieron y que los musulmanes quebrarían, según la tesis tradicional de Henri Pirenne (Mahoma y Carlomagno, 1937). Fernand Braudel en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (1949) hizo una renovadora mirada de ese marco mediterráneo en el siglo XVI, aunque su análisis iba también muy tierra adentro (el primer tomo, sobre todo). Para Braudel, la historia del medio importaba tanto o más que la historia de las personas que a mediados del siglo XVI poblaban las orillas y varios cientos de kilómetros hacia el interior, de modo que era el paso del tiempo, la acción de la geografía, la climatología, y los avatares de la economía los que acababan determinando el movimiento de las personas. Más recientemente, Chris Wickham, con dos obras de 2005(Una historia nueva de la Alta Edad Media. Europa y el mundo mediterráneo, 400-800) y 2009 (El legado de Roma: una historia de Europa de 400 a 1000) que reevalúan el período entre los siglos V y X en la Europa mediterránea en gran medida, con especial hincapié en la estructura económica y social la primera, y en los aspectos políticos y militares la segunda) y David Abulafia (El Gran Mar. Una historia humana del mediterráneo, 2013) se ha acercado a las comunidades humanas que han surcado las aguas y vivido en las orillas de este mar desde prácticamente antes del Neolítico y hasta principios del siglo XXI: viajeros, conquistadores, peregrinos, mercaderes… navegan por las aguas mediterráneas de su libro, que cuenta muchas pequeñas historias.

Canciones para el nuevo día (1675/904): "Swing Kids (Swing Heil)"

James Horner's Week (y V): Swing Kids (Swing Heil)



Disco: Swing Kids - soundtrack (1993)


17 de abril de 2015

10 de abril de 2015

Reseña de La cripta de Franco. Viaje por la memoria y la cultura del franquismo, de Jeremy Treglown

Redacté un informe de lectura sobre este libro que finalmente publicó la Editorial Ariel. La reseña resultante se basa en el informe del libro original en inglés, por lo que pueden variar los títulos de algunos epígrafes respecto a la versión castellana. 

Este es un libro que está especialmente enfocado a un público no español. Obviamente ello sucede con prácticamente todo lo que se publica allende nuestras fronteras, pero leyendo este original se tiene la sensación de que el autor no ha estado pensando específicamente en el lector español, sino en un público básicamente anglosajón, curioso por las diatribas que le llegan acerca de los dimes y diretes en torno a la guerra civil española, Franco y el legado en la actualidad. Eso es una ventaja, pues puede desarrollar su texto con absoluta libertad, sin apriorismos coyunturales ni mediáticos y sabiendo que nadie, o prácticamente nadie, le va a enmendar la plana entre el gran público. Y es también, inevitablemente, un inconveniente si pensamos en una posible traducción: el lector español conoce la materia de este libro, la conoce muy bien, y por tanto no le sorprenderá e incluso llegará a la conclusión de que no le aporta nada nuevo. Sin embargo, el libro sistematiza y resume, con una buena estructura y un estilo ameno que enseguida atrapa, diversas cuestiones en torno a historia, memoria histórica, historiografía, cine, literatura y arte.

Canciones para el nuevo día (1665/894): "Cry Me a River"

Julie London - Cry Me a River



Disco: Julie Is Her Name (1955)


1 de abril de 2015

Crítica de cine: National Gallery. de Frederick Wiseman

Visitar un museo (cuando uno va por placer, no por obligación) es una experiencia personal: cada cual sigue una hoja de ruta particular, escoge unas salas o unas obras favoritas por encima de otras, deja una sala determinada para una visita posterior, revive las primersa sensaciones, asume que es imposible verlo "todo" y que hay que priorizar unos determinados cuadros, se escoge una exposición temporal antes que la colección permanente, se sienta uno delante de un cuadro y lo devora de tal manera que no se le escapa ningún detalle. Pero un museo es también todo aquello que no (necesariamente) está expuesto al público, que no es visible o que transcurre en salas de reuniones, en los almacenes, en las salas de restauración o en los despachos. Como visitantes, acudimos a los museos a pasear por unas salas en las que todo ha sido dispuesto para nuestra observación y disfrute, pero antes de ello ha habido un proceso de planificación, restauración, colocación y ordenación, ya sea de una exposición temporal, una sala o una panorámica de un pintor o un período determinado. Hay muchas personas que trabajan en un museo para que, cuando abra sus puertas, podamos contemplar aquello que habremos visto centenares de veces en libros, catálogos o documentales y películas. Conocer la National Gallery de Londres, que sería el equivalente británico del Museo del Prado español y que reúne una colección permanente de 2.300 cuadros (que a su vez abarcan un período cronológico entre el siglo XIII y finales del XIX), es quizá uno de los requisitos que todo turista que visita la capital británica tiene apuntado en su agenda. Pero quizá no la volvamos a ver (si la hemos visitado en alguna ocasión) del mismo modo tras el visionado de este documental de Frederick Wiseman.