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30 de octubre de 2021

Crítica de cine: Verano del 84, de François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Cuánto daño hace la nostalgia ochentera por culpa de Stranger Things (Netflix: 2016-); y “cuán gritan esos malditos” estoy tentado de decir bien alto muchas veces a tenor del hype que esta serie (y similares) provocan en la redes sociales. Lo cierto, sin embargo, es que la serie de Netflix no deja de apelar a un segmento muy marcado de sus suscriptores, aquellos que crecieron (crecimos) en la década de los años ochenta y disfrutaron (disfrutamos) de películas como Los Goonies (Richard Donner, 1985), El Club de los Cinco (John Hughes, 1985), Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984),… entre otras muchas películas. Y lo cierto es que el revival ochentero ya llegó antes: cómo no mencionar el efecto evocador de aquella década (de hecho, finales de la anterior) en Súper 8 (J.J. Abrams, 2011). Desde luego, los veinteañeros actuales ven Stranger Things con otros ojos, sin la carga testimonial que los que ya estamos en la cuarentena añadimos a la serie, y les gustará, pero probablemente no les llegará tanto como a nosotros (bueno, a los otros nostálgicos: no pasé de la primera temporada y tampoco me pareció una serie que fuera para TANTO). Pero lo ochentero se ha puesto de moda y “volver” a aquella década se ha convertido en un ejercicio de recreación casi “histórica” en películas y series de televisión. Quizá por ello una película como Verano del 84 (François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell, 2018) pueda llegar a las salas de cine y despertar una cierta curiosidad, levantar alguna suspicacia y sorprender cuando te pensabas que la cosa iba por caminos muy trillados.*

20 de abril de 2021

Crítica de cine: Minari, de Lee Isaac Chung

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo
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No deja de ser curiosa que esta película haya sido nominada y premiada en los recientes Globos de Oro en la categoría de mejor película de habla no inglesa cuando, por un lado, no está enteramente hablada en coreano; y, por otro, porque es una película completamente estadounidense en su producción. De hecho, podría perfectamente haber competido en el premio grande, como podría hacerlo en los próximos premios Oscar, cuyas nominaciones aún no se han anunciado (deberemos esperar al lunes 15 de marzo; se entregarán el 26 de abril). Es un filme escrito y dirigido por un cineasta estadounidense hijo de inmigrantes coreanos, producido por, entre otros, Brad Pitt, y con actores estadounidenses y coreanos por igual. Minari, pues, en este mundo globalizado y en el que la inmigración es algo ya cotidiano, podría ser considerada una película tan estadounidense como Nomadland, la otra gran favorita en la carrera de los premios. Pero, ya se sabe, los árboles no dejan de ver el bosque (y más en un país que se forjó en la inmigración).

10 de marzo de 2021

Crítica de cine: Entre nosotras, de Filippo Meneghetti

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Dos mujeres maduras bailan agarradas en un local mientras se escucha a Petula Clark cantar una versión en italiano (“Sul carro mio”) de su hit “I Will Follow Him”.* Ambas comparten un momento de intimidad rodeados de personas que no las conocen y es de las pocas veces que pueden mostrarse cómo son delante de un mundo que, por muy en el siglo XXI que estemos, no imagina una relación de amor entre mujeres si no son jóvenes. Pues Madeleine, “Mado”, (Martine Chevallier) y Nina (Barbara Sukowa) son pareja en secreto desde hace más de veinte años. Un amor secreto, pues Mado estuvo casada con alguien que no la trataba bien y no se atrevió, ya viuda, a decir a sus hijos, Anne (Léa Drucker) y Frédéric (Jérôme Varanfrain), que su vecina de rellano, la misteriosa señora Dorn, es su pareja; que ambas prácticamente viven juntas de puertas para adentro, manteniendo la ficción de que sólo son amigas cuando Mado recibe visitas; que han decidido vender sus casas e irse a vivir a Roma lo que les queda de vida; y que sí, que se aman apasionadamente, aunque nadie más lo sepa. Pero Mado no se atreve a dar el paso definitivo –vender el piso y confesar a sus hijos sus planes–, lo cual resulta incomprensible para una Nina que no rinde cuentas a nadie y que no tiene ataduras en esa ciudad francesa en la que siempre estuvo de paso. Pero cuando Mado sufre una embolia, pierde el habla y queda medio paralizada, todo se irá al traste y Nina se las verá y deseará para poder estar cerca de su amada: nunca un rellano será una distancia tan enorme para ambas. 

1 de marzo de 2021

Crítica de cine: Nuevo orden, de Michel Franco

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

En un hospital de la capital mexicana los pacientes son desalojados de sus camas cuando llega una multitud de heridos, muchos de ellos manchados de verde. Algo ha pasado en las calles. En un barrio selecto de la ciudad, se preparan para celebrar una boda entre Marián Novello (Naian González Norvind), la hija de una adinerada familia de la alta sociedad, con Alan (Darío Yazbek Bernal), un joven arquitecto, y lo más granado de México DF se reúne para conmemorar el evento. Son acontecimientos aparentemente inconexos, pero pronto el espectador, que piensa que se trata de una estampa de clase alta, verá que no es así. En un momento determinado Rebeca (Lisa Owen), la madre de Marián, abre un grifo: el agua sale de color verde, algo que sólo ve ella durante un momento: al informar a su marido, todo está normal. Este color verde es lo que conecta ambos sucesos, junto a la visita de un antiguo empleado, Rolando (Eligio Menéndez), que les pide dinero para que su esposa sea operada después de ser desalojada del hospital. La madre y el hermano de Marián, Daniel (Diego Boneta), tratarán de quitarse de encima a Rolando con unos pocos miles de pesos; sólo Marián se preocupará por el anciano y saldrá de la casa en coche, acompañada de uno de los chóferes de la familia, Cristian (Fernando Cuatle). Y entonces todo estallará en mil pedazos. 

Nuevo orden de Michel Franco es una distopía que epata de principio a fin con intensidad y fuerza para golpear al (incauto) espectador que quizá no dé crédito ante lo que ve durante apenas ochenta minutos: se pasa de la incomprensible (¿o quizá no tanta?) violencia de unos manifestantes en las calles y los asaltantes a esa casa aparentemente segura a la que se ejerce con el establecimiento de una dictadura militar de resonancias muy reconocibles para quien tenga memoria del tarumático siglo XX. Franco anticipa que la respuesta a la violencia a las calles sólo podrá ser la que se imponga con un nuevo orden en el que el ciudadano deja de tener derechos y se convierte en un sujeto pasivo que debe cumplir el toque de queda y llevar una identificación para poder trabajar, si no quiere recibir un balazo; y que la corrupción, el secretismo y los intereses de unos pocos se superponen a los valores democráticos si resulta necesario para mantener el control en las calles. Asusta el modo en el que Franco muestra con un hiperrealismo muy verosímil (y creíble) lo que puede suceder cuando lo que damos por seguro, un estado de derecho, se desecha para establecer el nuevo orden autocrático. 

Y es que el filme de Franco, partiendo de una lectura algo simplista de la lucha de clases (el asalto a esa casa y cómo los de abajo aterrorizan a los de arriba), se muestra incisivo, e incluso cruel, en la disección de cómo las bajas pasiones humanas pueden estallar con una facilidad pasmosa y utilizarse a conveniencia para aterrorizar a las masas. La violencia (física, mental, sexual) ya no será patrimonio de unos pocos, sino de todos, y la cámara acompañará al espectador para enseñarle que cuando cae el viejo orden (corrupto, desigual, hipócrita) lo que viene después sólo puede ser peor. Quizá es en esa idea de disparar en algunas direcciones (¿o son todas?) sea lo que frustre al espectador que intente encontrar un sentido a lo que observa: no lo hay cuando la violencia acaba por ejercerse contra los de siempre. Y quizá la pulsión violenta que se representa acabe teniendo un componente paródico. 


La película no deja apenas títere con cabeza en ese nuevo orden y no ha estado exenta de controversia cuando se estrenó en México el pasado otoño: se desató una ola de críticas en las redes sociales que tildaron al filme de Franco de clasista y racista respecto a las clases populares y que se mostraba una imagen demasiado whitexican en cuanto a la victimización de los personajes mexicanos blancos; la respuesta del director y guionista no fue mejor: respondió que se sentía atacado por esa definición, que consideraba propia de un “racismo inverso”. Sea como fuere, el filme, que no va sobrado de sutileza, nos obliga a reflexionar (si superamos el terror de lo contemplado durante sus ochenta y pocos minutos) sobre la fragilidad del mundo (y el orden) que nos rodea. Que su estreno en España se produzca casualmente en la semana de las algaradas callejeras en varias ciudades, tras la detención y entrada en prisión del rapero Pablo Hasél, no deja de tener un reverso de sarcasmo cruel. Casi tanto como que, después de ver esta película, el verde ya no nos parezca el color de la esperanza.

26 de enero de 2021

Crítica de cine: Fellini de los espíritus, de Anselma Dell’Olio

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

En el inicio de este documental, que se sitúa en la capilla ardiente del ataúd que alberga el cadáver de Federico Fellini, uno de los asistentes comentaba la relevancia de su muerte, prácticamente la de un jefe de estado, y cuán importante fueron las películas de este cineasta; en un momento determinado comenta que en el metro silbó (y silba la “La passerella di Otto e Mezzo”) y que todo el mundo se giró: reconocían el tema de Nino Rota para este filme, uno de los mejores de Fellini, se sumaban incluso. “Cuando la humanidad se siente unida”, terminaba. Hoy en día, es más que probable que alguien silbe esta y otras piezas que Rota compuso para muchas películas de Fellini, y pocas personas las reconozcan; quizá si escuchan el tema de Amarcord les venga a la cabeza el anuncio de unos cruceros

Las películas de Federico Fellini (1920-1993) tampoco suelen emitirse con asiduidad en las cadenas generalistas: quizá la 2 de TVE muy de tanto en tanto o algún canal local casi de tapadillo. No busques en los catálogos de Netflix y HBO España: no tienen ninguna de sus películas. En Amazon Prime Video sí encontrarás joyas como 8 y medio, Los inútiles, La Dolce Vita y Giulietta de los espíritus, que podrás complementar en Filmin (dónde si no), donde encontrarás estas y otras películas del director italiano: La Strada, Las noches de Cabiria, Fellini Satyricon, Roma de Fellini, Boccaccio 70… Tristemente, ninguna de esas plataformas incluye Amarcord en sus catálogos. 


Pero para los que tenemos ya una cierta edad y recordamos ciclos de películas en TVE cuando éramos pequeños, el cine de Fellini forma parte de nuestra educación sentimental, de nuestro bagaje; entonces quizá no comprendiéramos esas películas, pero nos fascinaban: tenían algo, entre la realidad y los sueños, entre el misticismo y lo costumbrista, que nos atrapaba, que nos mantenía enganchados al televisor (y más en aquellos armatostes que “potenciaban” el blanco y negro). Comentaba, y volvemos al documental, ese asistente anónimo al homenaje al cineasta fallecido lo que significaba Fellini: su gran espiritualidad. Y es que Fellini de los espíritus incide, ya en el propio título con un juego de palabras que evoca una de sus grandes películas, en precisamente eso: la espiritualidad de su cine. 

Estrenado con motivo de su nacimiento en 2020, el documental de Anselma Dell’Olio se centra no tanto en lo que sería habitual en el género, la vida y obra de este gran personaje, sino en lo que tiene de “espiritual”, por definirlo de esa manera, su cine. El viaje (le fascinaban al de Rímini las estaciones de tren, pero no le gustaba viajar), la religión, los sueños (quizá ambos sean los temas que más desarrolló en su filmografía y desde diversas aproximaciones, siendo el primero además fuentes de no pocas controversias) y el psicoanálisis son algunos de los ejes sobre los que pivota el filme. 


Una película documental que se construye a partir de fragmentos de sus películas y de extractos de entrevistas al propio Fellini (incluso alguna en España) durante muchos años, a colaboradores y amigos suyos (guionistas, escritores, periodistas, músicos, académicos, críticos de cine, “amigos mágicos”), y a directores que han admirado su obra, como William Friedkin, Terry Gilliam y Damien Chazelle, que serán mucho más reconocidos para el público que esa pléyade de colaboradores y amigos que hablan sobre el director italiano; quizá Nicola Piovani (que compuso la música de las últimas películas de Fellini, una vez desaparecido Nino Rota en 1979) y, sobre todo, Roberto Benigni (que protagonizó su último filme, La voce della luna en 1990) sí sean más conocidos para el espectador no italiano. 

El resultado es una delicia para los amantes del cine de Federico Fellini y, me parece, una estupenda oportunidad para que se aproximen a él quienes lo han catado poco o no lo conocen (atención, estudiantes de cine y televisión: supone parte de vuestro aprendizaje). Un documental que se acompaña de una banda sonora a cargo de Antonio Fresa que evoca la música de Nino Rota (a destacar en un collage de fragmentos de películas al final del mismo) y que nos traslada a ese mundo “mágico”, espiritual, de uno de los directores y guionistas italianos más importantes, si no el más importante y original, de la cinematografía italiana. Y sobre todo un viaje a los recuerdos que sólo sus películas, sus imágenes y personajes, su música, logran desenterrar de nuestra nebulosa memoria.

2 de enero de 2021

Crítica de cine: El arte de volver, de Pedro Collantes

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Noemí (Macarena García) regresa a Madrid tras varios años de residencia en Estados Unidos. Es actriz, cruzó el charco y confió en encontrar papeles, pero, tras muchos castings, apenas ha hecho poco más que algunos anuncios, que además le provocan vergüenza propia: el hecho de ser reconocida por otra aspirante a un papel en una audición, que le pregunta si es la chica que aparece en el anuncio de la revista que está leyendo, la perturba lo suficiente como para finalmente marcharse. En realidad, el problema de Noemí es que, al volver a casa, se siente desubicada, perdida, personal y profesionalmente. Y es que la sensación de estar perdidos, de un modo u otro y en algún momento de nuestra vida, la tenemos todos; y si además regresas y te das cuenta que cuando te reúnes con familiares y amigos hay una barrera invisible, es que algo falla: el mundo, tu alrededor… tú. 

1 de enero de 2021

Crítica de cine: El padre, de Florian Zeller

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

No es fácil llevar a la gran pantalla un texto con origen teatral. Los lenguajes, medios y estilos son diferentes, y no es suficiente con ponerse a declamar: de hecho, esto último chirría a las primeras de cambio. Un escenario, con su público, impone y al mismo tiempo reconforta, y por ello lo que a veces parece funcionar sobre las tablas deviene frío y “sobreactuado” en un set de rodaje. Roman Polanski sabe cómo hacerlo, ya sea llevando Un dios salvaje de Yasmina Reza al cine en 2011, o “creando” una película como La venus de las pieles (2013) a partir de un texto del dramaturgo David Ives, que a su vez se inspiraba en una novela decimonónica de Leopold von Sacher-Masoch; ya fueran cuatro o solamente dos actores, como sucedía respectivamente, el duelo interpretativo permitía lucirse a los actores y que los “espectadores” (¿de cine o de leatro?) nos lo pasáramos en grande. Más complicado es cuando el dramaturgo/director de cine/director de teatro es la misma persona y lleva un texto propio del escenario a la gran pantalla y la cosa no le funciona del todo bien: le ha pasado hace nada a Cesc Gay (adoro a Cesc Gay), que presentó su versión teatral de Sentimental (2020), basada en su obra Los vecinos de arriba, y donde uno se queda con la sensación de que se lo habría pasado mucho mejor con el original teatral, mientras que con la adaptación cinematográfica parece que todo está demasiado “teatralizado”; en cambio, el paso de un ámbito a otro le funcionó muy bien a Gay con V.O.S. (2009), por ejemplo, donde ese lenguaje escénico se incrusta con más naturalidad. [Nota: nadie como Cesc Gay crea estupendos diálogos y conversaciones en el cine español actual, y se nota que se siente cómodo con el lenguaje teatral; Sentimental, que quede claro, no es una mala película, ni de lejos: pero “suena” demasiado a teatro.]

30 de noviembre de 2020

Crítica de cine: Verano del 85, de François Ozon

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François Ozon, al modo de un Woody Allen, presenta con regularidad una película al año (o casi), y su manera de hacer cine siempre llama nuestra atención o como mínimo provoca la curiosidad; luego está por ver si esas expectativas se ven cumplidas. En 2019 comentamos Gracias a Dios (película del año anterior), un filme intenso y de necesaria denuncia social, y hoy toca hacerlo con este Verano del 85 con ecos a ese aire nostálgico ochentero que los estadounidenses saben presentar con resultados más que irregulares, y que (de)muestran que la mezcla de esos polvos llevan a unos sobrevaloradísimos lodos en la serie Stranger Things (Netflix: 2016-). Comentábamos entonces que en su ya larga trayectoria Ozon ha producido interesantes películas como Swimming Pool (2003), Ricky (2009), Potiche (2010), En la casa (2012), Joven y bonita (2013) y El amante doble (2017), que suelen poner el foco más en la forma que en el fondo; incluso en lo metanarrativo, como sucedía con la espléndida En la casa, y cuyo juego literario sobrevuela este filme, que a ratos desconcierta por la escasez argumental, pero que también seduce por el juego que el protagonista ofrece al espectador y que dirige con sus propias reglas. 

28 de octubre de 2020

Crítica de cine: Regreso a Hope Gap, de William Nicholson

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William Nicholson (n. 1948) probablemente no sea conocido para el público fuera de Reino Unido, pero si decimos que de sus manos (y las de otros) han salido los guiones de Tierras de penumbra (Richard Attenborough, 1993), Nell (Michael Apted, 1994), Gladiator (Ridley Scott, 2000) y Los miserables (Tom Hooper, 2012), entre otros no tan aplaudidos –El primer caballero (1995; ¿os acordáis de Richard Gere dando saltitos como Lancelot?), Elizabeth: la edad dorada (2007; mejor no acordarse de Jordi Mollà como Felipe II), Mandela: un largo camino hacia la libertad (2013; Idris Elba a la caza de un Oscar), Invencible (2014, estreno de Angelina Jolie tras las cámaras) o Una razón para vivir (2018, otro debut en la dirección, esta vez a cargo de Andy Serkis y que comentamos por estos lares)– pues la cosa cambia; por el guion adaptado de la primera y original de la última de las películas mencionadas, recibió sendas nominaciones a los Oscars. 

2 de septiembre de 2020

Crítica de cine. Little Monsters, de Abe Forsythe

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No está la cartelera veraniega demasiado llena de títulos que inciten a visitar una sala de cine y con las debidas medidas de seguridad sanitaria; si acaso resulta más seductora la promesa del aire acondicionado. Pero ello no quiere decir que, si no te pones muy exigente, puedas pasar un buen rato, y si escarbas un poco hasta puede que encuentres algo resultón: total, si más de un millón de espectadores han acudido a ver Padre no hay más que uno 2 de Santiago Segura, película familiar que no engaña a nadie, igual hasta puedes ser algo más ambicioso en tu elección. Y quizá Little Monsters, segunda película del australiano Abe Forsythe y que pasó con nota por las ediciones de 2019 de los festivales de Sundance y Sitges, sea esa película que buscas para superar la canícula veraniega... o ya metidos en un mes de septiembre que parecer ser que será impredecible ante los estragos de la pandemia; puede que el refugio en una sala de cine para desconectar del mundo exterior sea la mejor opción en estos tiempos, quién sabe...

8 de marzo de 2020

Crítica de cine: Frida: Viva la vida, de Gianni Troilo

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.


Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores de Barcelona como Yelmo, Verdi y Grup Balañà emitirán el filme los 8, 9 y 10 de marzo de febrero. Consúltese en FilmAffinity para saber en qué salas de España se podrá ver. 

Artista, icono, mujer, esposa, santa, mártir… símbolo. Así podríamos definir hoy en día a Frida Kahlo (1907-1954) si preguntáramos a personas muy diferentes. Esos sustantivos son mencionados por Asia Argento (añadimos de nuestra cosecha el último: símbolo), que pone la voz narradora y a modo de presentadora, a un documental que se presenta en España como uno de los actos del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Y es que Frida ha sido vista desde hace décadas como un símbolo del feminismo: la representación del cuerpo femenino en su obra rompe con la visión tradicional masculina, sacando a la luz la identidad netamente femenina y más en una sociedad como la mexicana en la época en que vivió, la primera mitad del siglo XX. La relación con el muralista Diego Rivera, con un matrimonio en dos etapas jalonadas por las infidelidades del pintor mexicano, moduló también la forja de su propia identidad como mujer y su trabajo como artista (Diego podía ser un pésimo marido y al mismo tiempo un gran admirador de la obra de Frida).

29 de febrero de 2020

Crítica de cine: Especiales, de Oliver Nekache y Éric Toledano

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Desde Intocable (2011), el dúo Oliver Nekache y Éric Toledano no han vuelto a generar un fenómeno cinematográfico… de masas. Samba (2014) no llegó a cumplir las expectativas –también es complicado hacerlo si la película anterior de ambos directores alcanzó lo fue todo– y C’est la vie! (2017; el título es la “traducción” castellana del Le sens de la fête), aunque divertida, no deja de ser una película bastante del montón, pero funcionó muy bien en Francia. O quizá es que el éxito de ambos directores con aquella (cuarta) película que dirigieron juntos fue demasiado exagerado y no dejaba ver el bosque; pero ves hoy en día la película protagonizada por Omar Sy y François Clizet y sigue funcionando muy bien. Con Especiales –otra adaptación sui generis del título original, Hors normes, mucho más pertinente, pues puede traducirse como “fuera de lo común”, en referencia a esos “especiales” al que hace el título, o “al margen de las normas”, que en este caso se aplica a la manera de proceder de los protagonistas del filme–, Nekache y Toledano han vuelto a dar un pelotazo en el país vecino: más de dos millones de espectadores y nueve nominaciones a los Premios César (y que se entregan mañana, 28 de febrero), destacando las categorías de película, dirección, actor (la pareja protagonista), actor revelación y guion original. 

20 de enero de 2020

Crítica de cine: Tintoretto. Un rebelde en Venecia, de Giuseppe Domingo Romano

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo y Grup Balañà emitirán el filme los días 21 y 21 de enero; los cines Verdi de Barcelona el 21 de enero en su programación cultural de los martes). También se emitirá en algunos cines el 23 de enero. Consúltese en FilmAffinity para saber en qué otros cines de España se podrá ver. 

En la Venecia de la segunda mitad del siglo XVI hubo una rivalidad entre tres artistas: Vecellio Tiziano (c. 1488-1576), Jacopo Robusti, apodado Tintoretto (1519-1594), y Paolo Cagliari (1528-1588), apodado a su vez Veronese (El Veronés), pues había nacido en la ciudad de Verona. Fue una rivalidad no necesariamente a tres bandas: Tiziano respetaba a Veronese, pero no tuvo buenas relaciones con Tintoretto –la antipatía fue mutua, si bien Tintoretto apreciaba el talento del veterano pintor veneciano–; por su parte, la rivalidad de Tintoretto y Veronese fue sobre todo profesional, pues ambos artistas se respetaban. El carácter a menudo rudo de Tintoretto y sus maneras poco elegantes, siendo capaz de rebajar los precios por sus obras de manera que Veronese u otros artistas no pudieran competir en un contrato, o incluso colándose en recintos como la Scuola Grande di San Rocco para, en medio de un concurso, colgar no ya un proyecto a ser valorado por el jurado sino una obra ya terminado, impidiendo que el resto de competidores pudiera hacerle sombra. Y es que Tintoretto fue un rebelde en su ciudad natal, Venecia, como este documental escrito por la afamada escritora italiana Melania G. Mazzucco y Marco Panichella, dirigido por Giuseppe Domingo Romano y con una lujosa producción de Sky Arts, y que llega a las salas de cine para dejarnos deslumbrados. Anticipamos una conclusión: lo consigue.

10 de enero de 2020

Crítica de cine: Pavarotti, de Ron Howard

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota importante: este documental se podrá ver en salas de cine solamente del 10 al 16 de enero. 

No se le podrá negar a Luciano Pavarotti (1935-2007), entre otras muchas cosas, su afán por llevar el bel canto a todo el mundo. Para los muy puristas, Pavarotti llegó a devaluar las excelencias de la ópera al llevar a su terreno, o, desde otro punto de vista, a conocer en otros terrenos, a figuras del rock y el pop, siendo sus conciertos benéficos Pavarotti & Friends (1992-2003) una buena muestra de ello. Es cierto que el tenor de Módena dejó de dedicarse en exclusiva (sin nunca abandonarla) a la ópera desde los años ochenta, ocupándose cada vez más de los conciertos y recitales, y también a causas benéficas, donde su bonhomía, bien conocida en el mund(ill)o operístico se expandió por todo el mundo. Para muchos, Pavarotti se convirtió en un símbolo simpático y abierto que reconciliaba y unía en pos de buenas causas a muchas personas y organizaciones, y con las que colaboraba con ese don que la naturaleza le dio: una voz impresionante, capaz de encadenar dos de pecho (do sobreagudo o high C, lo llaman en anglo), la nota más alta que puede expresar un tenor sin recurrir al falsete. El “rey del do de pecho” era el sobrenombre que tuvo en la década de los años setenta; de hecho, los más melómanos recuerdan aún los nueve dos de pecho que cantó en el aria “Ah” mes amis” de La hija del regimiento de Gaetano Donizetti en una memorable función en el Metropolitan Opera del Lincoln Center de Nueva York en 1973. Y, desde luego, su figura ha quedado asociada al aria “Nessun Dorma” de Turandot, la inmortal ópera de Giacomo Puccini, y que popularizó con la gira de conciertos con Plácido Domingo y José Carreras entre 1990 y 2002 (los de 1990 y 1994 dirigidos por Zubin Mehta).

6 de enero de 2020

Crítica de cine: Mujercitas, de Greta Gerwig


Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.


Cinematográficamente hablando, cada generación (o casi) ha tenido una versión para la gran pantalla de Mujercitas, la novela ya clásica y decimonónica de Louisa May Alcott (publicada en dos tomos en 1868 y 1869); una novela que, a su vez, ha hecho las delicias de otras tantas generaciones de lectores en los últimos ciento cincuenta años y que ha gozado de innumerables reediciones en tropecientas lenguas. En el cine y en televisión hemos tenido (y no nos detendremos a mencionarlas todas) las adaptaciones dirigidas por George Cukor en 1933 (con Katharine Hepburn en el papel de Jo), por Mervyn LeRoy en 1949 (con Elizabeth Taylor como Amy y Janet Leigh como Meg), por David Lowell Rich en una miniserie de 1978, por Gillian Armstrong en 1994 (con Wynone Ryder en el rol de Jo, Claire Danes como Beth, Kirsten Dunst como Amy, Trini Alvarado como Meg y Susan Sarandon como la matriarca, Marmee), e incluso una versión “actualizada” a los tiempos en 2018 a cargo de Claire Niederpruem y que se llevó un buen varapalo de la crítica. Que Greta Gerwig (Lady Bird, 2017) apostara por hacer “su” versión de la novela de Alcott para su segundo filme como directora concitó desde que se anunció oficialmente un gran interés por el bagaje de Gerwig y por el giro feminista que impondría sobre un texto que ya en sus tiempos anticipaba (muy a su manera, desde luego) aires nuevos para los personajes femeninos.

12 de diciembre de 2019

Crítica de cine: Midway, de Roland Emmerich

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Roland Emmerich vuelve por sus fueros. Y lo hace recreando una de las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mundial: la batalla naval de Midway (4-7 de junio de 1942), casi exactamente seis meses después del ataque japonés sobre la base estadounidense de Pearl Harbor, en las islas Hawái, el 7 de diciembre de 1941 —«una fecha que vivirá en la infamia», como definió el presidente Franklin D. Roosevelt al día siguiente en una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes— , y que supuso la entrada del gigante norteamericano en la guerra. La ofensiva nipona, de la que hubo avisos por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses que no fueron atendidos con la necesaria atención, fue una operación casi a la desesperada para noquear a su principal rival en el océano Pacífico en vísperas de un operativo naval y terrestre para apoderarse del Sudeste Asiático y sus campos de petróleo, materia prima que el Imperio japonés no producía (importaba gran parte de los propios Estados Unidos), además de expandir su área de control directo bajo el eufemismo de la «Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia Oriental».

9 de diciembre de 2019

Crítica de cine: Pintores y reyes del Prado, de Valeria Parisi

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo y Grup Balañà lo emitirán los días 9 y 10 de diciembre; los cines Verdi de Barcelona lo emitirán el 10 de diciembre en su programación cultural de los martes). También se emitirá en algunos cines el 23 de enero. Consúltese en FilmAffinity para saber en qué otros cines de España se podrá ver. 

En este 2019 al que le quedan pocos días para terminar su andadura celebra el Museo Nacional del Prado su segundo centenario desde que fuera inaugurado por Fernando VII en 1819. Una celebración que ha venido acompañada de actos diversos actos en la propia pinacoteca, algún libro e incluso una serie documental en la 2 de TVE, 200. Una noche en El Prado, dirigida y presentada por ese monstruo de la divulgación que es Ramon Gener (This is opera, This is art). El museo recogió desde sus inicios las colecciones de pintura y escultura que las dinastías Trastámara, Habsburgo y Borbón habían conservado y aumentado. Una relación esta, la de Corona y obras artísticas, o si se prefiere entre reyes y pintores, que se explicita claramente en el título de un documental dirigido por Valeria Parisi, que ha escrito el guion junto a Sabina Fedelli, y que cuenta con Jeremy Irons como maestro de ceremonias. Presentado en el tercer Festival de Cine de Barcelona del pasado mes de abril, llega ahora este filme a las salas comerciales en un estreno limitado que, como anteriores documentales que hemos comentado por estos lares, recomendamos encarecidamente a todo amante del arte.
 

4 de diciembre de 2019

Crítica de cine: Gloria Mundi, de Robert Guédiguian

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Nos llamó especialmente la atención La casa junto al mar de Robert Guédiguian cuando se estrenó hace algo más de un año y medio. En ella ya estaban presentes muchas de las constantes del cine “político” –la política es consustancial al ser humano, un zoon politikón, un animal político como lo definiera Aristóteles hace veintitantos siglos– de Guédiguian, y que no necesariamente significa “partidista”. En cierto modo, la trayectoria del director y guionista francés es parangonable a la de Ken Loach, de quien hace pocas semanas se estrenó Sorry We Missed You, si bien en el caso del primero la denuncia social (y política) es bastante más sutil que la del británico. Si en su política anterior Gédiguian trataba la cuestión de la inmigración (ilegal) y su llegada a este “primer” mundo al insertarla en la trama de los personajes que regresaban a aquella casa en el litoral de la Provenza, en Gloria Mundi la mirada es más descarnada y pesimista. 

23 de noviembre de 2019

Crítica de cine: Adiós, de Paco Cabezas

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Antes de Adiós, Paco Cabezas y Mario Casas colaboraron por primera vez en Carne de neón (2011), un thriller urbano con toques de comedia negra que no acabó de aprovechar las potencialidades de un guion del propio Cabezas que pudo dar más de sí. En estos ocho años de interludio, Cabezas no ha estado precisamente quieto, tanto en el mercado en español –guiones para Aparecidos, que también dirigió, Sexykillers: morirás por ella y Spanish movie– como especialmente fuera de nuestras fronteras, dirigiendo a Nicolas Cage en Tokarev para la pantalla grande y diversos capítulos de series televisivas como Penny Dreadful, Into the Badlands, Dirk Gently: agencia de investigaciones holísticas, The Alienist, Fear the Walking Dead, The Strain y American Gods. Cabezas regresa ahora a España con otro thriller, esta vez en Sevilla y con una historia ambiciosa que bien podría tener salida en el mercado internacional.

19 de noviembre de 2019

Crítica de cine: Si yo fuera rico, de Álvaro Fernández Armero

Crítica publicada previamente en el portal Fantasymundo.

Todo el mundo ha fantaseado alguna vez con que le toca la lotería (mejor la Primitiva o un Euromillones: mucha más pasta) y quién diga lo contrario miente; hemos imaginado lo que haríamos con el dinero (un capricho loco nos pegaríamos, fijo), pensaríamos en ser prudentes y no gastarnos todo el dinero a lo loco y depende de lo ganado (menos lo correspondiente para Hacienda, que en este filme no se menciona y es un buen sablazo) valoraríamos qué agujeros tapar y a quiénes echar un cable. Desde luego, nos buscaríamos un gestor, con cabeza (que piense con pies de plomo, no como nosotros) y nos asesore sobre cómo mantener el caudal de dinero y diversificarlo (si procediera) para que rinda más. Desde luego un Gordo de Navidad no te saca de pobre, pero una Euromillones nos permitiría comprar aquello que muchas veces no podemos tener: la tranquilidad de hacer lo que queramos con nuestro tiempo sin pensar en llegar a final de mes.