18 de diciembre de 2012

Reseña de Enigmático Edipo. Mito y tragedia, de Carlos García Gual

En el principio fue el mito… Conocemos el mito de Edipo: hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta, se había profetizado que mataría a su padre, por lo cual fue abandonado, con los pies lacerados (de ahí su nombre), y recogido por Pólibo, rey de Corinto. Una vez adulto, temiendo cumplir la profecía con quien pensaba que era su padre, abandonó Cornto. En un encuentro preparado por el destino, en una encrucijada, Edipo mató a Layo y, tras resolver el enigma de la Esfinge (que asolaba Tebas con su mal), salvó la ciudad y se casó con Yocasta, sin saber que era su madre. Pasaron los años, Edipo y Yocasta tuvieron hijos, pero los dioses castigaron a Tebas por el parricidio cometido trayendo la peste y el dolor. Se descubrió la verdad, Yocasta se suicidó y Edipo se arrancó los ojos, desterrándose de Tebas para morir en la ignominia. Este era el mito. Reinterpretado. Reinventado. Como lo hizo Sófocles con Edipo rey, reinterpretando el mito. El mito se convertía en «la conquista de la verdad –el conocimiento de uno mismo– a costa del propio sufrimiento y en eso estriba la peripecia [péripeteia] trágica de su protagonista, inocente y criminal» (p. 245).

Con este texto «polifónico», en palabras del propio autor, Carlos García Gual nos acerca al mito y la tragedia de Edipo. El mito subyacía, desde antiguo, recitado y transmitido de generación en generación, y luego pasó a la tragedia. Sófocles escogió una parte del mito y nos legó una tragedia que veinticinco siglos después puede leerse de muchas maneras: una investigación policíaca, en la que el detective, el asesino y el castigador son la misma persona (Edipo); una lectura del adagio délfico «conócete a ti mismo», que el protagonista experimenta en su propia persona; una historia del dolor soterrado que sobresale inevitablemente y que nos lleva a interrogarnos sobre la propia condición humana; un drama familiar en el que la culpa y el castigo son ineludibles y en los que el culpable es al mismo tiempo una víctima. La tragedia de Sófocles trata también sobre el destino (y la caída) de un héroe no épico, sobre la «inversión de la fortuna. El héroe que al comienzo está en lo alto de su poderío ve cómo, en un brusco viraje, por sus errores, su gloria acaba en una citación catastrófica» (p. 128). El hombre sabio que por culpa de su hybris cae en la arrogancia; el hombre que se consideraba clarividente y que al descubrir la verdad se arranca los ojos y queda ciego; el hombre que «avanza en una cierta penumbra» y que, ignorante de su destino, cae en el error (hamartía) para luego asumir la anagnórisis, el reconocimiento del sentido real de las acciones pasadas.

Edipo y la esfinge. Kílix ático de figuras rojas (480-470 a.C.)
Enigmático Edipo. Mito y tragedia (Fondo de Cultura Económica, 2012) parte, pues del mito, que García Gual desentraña y desgrana para que el lector conozca el origen del texto de Sófocles. Edipo rey es quizá la obra maestra del trágico ateniense y García Gual la presenta, en la primera parte del libro, otra vez traducida, para posteriormente analizarla –en relación con el mito– y escudriñar cuál es el proceso creativo de Sófocles, la grandeza de su obra, la perfección de su estructura dramática, el legado que ha dejado en la posteridad (con sus reinterpretaciones, adaptaciones y desviaciones, de Séneca a Dürrenmatt, pasando por Freud y el peso del psicoanálisis). Comprender el mito –«el de un héroe que intenta escapar a su destino y triunfa y fracasa a la vez; que vence al monstruo y al mismo tiempo descubre su propia monstruosidad; que descifra en enigma y es para sí mismo un enigma»– supone llegar a la tragedia de Sófocles. Es precisamente la reinterpretación del mito la base de todo aquello que conocemos de Edipo, que nos conmueve y que remite a su cruel destino. Es la historia del hombre que se buscaba a sí mismo y que se encontró con el dolor: «el drama de la búsqueda de la verdad, que comienza por la investigación de un lejano asesinato no vengado y concluye en el descubrimiento de la verdadera identidad de Edipo. El contraste entre la apariencia y la verdad –doxa y alétheia en términos griegos– es uno de los grandes temas del pensamiento filosófico antiguo, y también es el núcleo de esta versión sofoclea del mito. El final catastrófica de Edipo rey envuelve una cruel paradoja: la verdad se ha abierto camino, y al fin Edipo sabe quién es y su busca concluye con éxito; Layo queda vengado, y la ciudad liberada de la peste; pero es a costa de la muerte de Yocasta y la ceguera y expulsión del noble buscador de la verdad. Esa es la lección trágica que extrae Sófocles a partir del antiguo relato; la grandeza se paga con dolor» (pp. 272-273).
 
Este libro, de lectura ágil, de sustrato eminentemente antropológico, nos muestra a Edipo una vez más, o quizá por primera vez. Nos atrapa y nos empuja a conocer las raíces de un mito, su adaptación, sus múltiples interpretaciones, su poso en el imaginario colectivo. Su peso en la cultura occidental, en última instancia.

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