21 de agosto de 2012

Crítica de cine: Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo

[12-IX-2009]

Daniel Sánchez Arévalo nos dejó maravillados con su opera prima, Azuloscurocasinegro (2006), una película con un guión impecable, una trama sobre las segundas oportunidades, el compromiso y los sueños inalcanzables. Y ahora nos trae Gordos, una ambiciosa película que, a pesar de algunas deficiencias, demuestra que Sánchez Arévalo se ha convertido en un más que solvente cineasta.

Nos encontramos ante una película coral. Una serie de obesos, a cada cual más peculiar –Enrique, el farsante y complicado vendedor de productos para adelgazar (Antonio de la Torre); Andrés, el CSI que parece vivir feliz con su gordura (Fernando Albizu); Sofía, la tildada de "monja feliz" (Leticia Herrero), y Leonor, la mujer con un problema aparte del peso (María Morales)–, acude a la terapia de un peculiar especialista (Roberto Enríquez). Todos quieren perder peso, por diversos motivos, pero, como les dice Abel, el terapeuta, la obesidad es consecuencia de un estilo de vida y de problemas emocionales. Por otro lado, Paula (Verónica Herrero), esposa de Abel, embarazada, se preocupará de ayudar a la hija de Andrés, Nuria (Marta Martín), cuya obesidad afecta a diversos aspectos de su vida personal (hermano capullo, Luis (Adam Jeziersky), incluido). Y para rematar la cosa, Pilar (Pilar Castro), esposa del socio de Enrique, se siente atraída por éste, aunque sabe perfectamente que es un más que peculiar homosexual. 

La película va de cómo solventar el problema de la obesidad (en cuatro fases que, al mismo tiempo, sirven de capítulos para ordenar el filme). Pero no sólo va de eso: en el mundo hilvanado por Sánchez Arévalo, podríamos considerar que la obesidad es, en cierto modo, una metáfora de los problemas emocionales de los diversos personajes. Esconde más de lo que parece y destapa carencias y excesos de los distintos personajes, desde la ejecutiva agresiva, el policía científico carente de amor paternal, la chica religiosa que huye de las presiones de su novio (Raúl Arévalo) o el terapeuta que es pura contradicción. Y todo ello con un paso de la comedia al drama que ya es marca de la casa.

El estilo de Sánchez Arévalo, ya en su anterior película, es el de la trama coral, con personajes que se encuentran y con diversas relaciones entre ellos; Magnolia de Paul Thomas Anderson y Vidas cruzadas de Robert Altman podrían estar perfectamente entre las referencias cinéfilas del director. Lo que, sin embargo separa a Gordos de estas dos obras maestras es que el guión, impecable en una primera hora, se torna enrevesado en la segunda, irregular, con demasiadas aristas que tocar y una desigual resolución de todas ellas. Retuerce tanto algunas de las historias paralelas (el problema familiar del poli científico, la relación matrimonial del terapeuta, las contradicciones del falso vendedor de pastillas milagrosas, la ejecutiva que aparece y desaparece), que al final el espectador, que le da un más que notable a la película (rozando el sobresaliente), queda algo desalentado ante el resultado final. Porque a diferencia de Azuloscurocasinegro, Gordos, siendo una magnífica película, no es redonda ni perfecta (si es que podemos considerar perfecta su opera prima, claro está).

Con todo, la película es más que recomendable, es de lo mejor y más fresco del cine español del último año. No será una película perfecta, pero desde luego es una apuesta atrevida, ambiciosa e interesante. Y cumple con creces algunas expectativas puestas en ella. Sí, la recomiendo, desde luego. Con los ojos cerrados.

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